Brad Branson: «En el Real Madrid no puedes entrar pensando que eres más importante que el club»

Autor: Raúl Cancio.
Con motivo de su cumpleaños, Brad Branson visita Planetacb para recordar aquellos maravillosos años en los que se convirtió en un ídolo para la afición del Real Madrid (86/87 y 87/88) y Valencia Basket (88/89 a 93/94).
Brad Branson (Harvey, Illinois, 63 años) es uno de los americanos más carismáticos que han pasado por la ACB. Pívot muy sólido, seguro y eficaz, además corría muy bien el contraataque pese a sus 2,08 m. Su exquisito trato con los fans le convirtió en uno de los jugadores más queridos por la afición española.
El periodista Antonio Sánchez se unió a esta charla con Brad, quien nos atendió (vía zoom) de manera muy generosa desde su casa en el campo situada en un pueblo muy tranquilo a 15 minutos de Florida.
¿A qué te dedicas en la actualidad?
Cuando dejé de jugar al baloncesto estuve en radio y televisión. Pero en los últimos tres años estoy enseñando baloncesto a los niños en el colegio donde estudié en América. Además, en tres de estas clases enseño baloncesto en español. Estoy muy orgulloso de mi trabajo. He tenido mucha suerte por jugar tantos años al baloncesto. Pero mucha gente en América no ha tenido tanta suerte. Muchos de nuestros jóvenes no llegan a dónde quieren llegar y si no tienen estudios, cuando abandonan el baloncesto su futuro se complica. Por eso siempre digo lo mismo. Hay dos cosas que nunca nadie nos puede quitar: quién soy (tu persona, tu mentalidad, tu imagen) y tu educación. Te pueden quitar la casa, el dinero, la mujer, etc. ¿Tú me entiendes lo que quiero decir?
Natalia, mi hija, vive en Valencia y es la responsable de la organización de eventos y partidos que se celebran en Valencia Basket. Para mí, es el equipo que más poder tiene en el baloncesto europeo femenino.
¿Cuándo fue la última vez que estuviste en España?
Estuve en España este verano, todo el mes de julio. Estuve en La Rioja, en el Campus de Nicolás Justicia. Allí me ocupé del trabajo técnico con los jugadores/as interiores y del fundamento del rebote. Mi hijo, que actualmente tiene 21 años y juega al baloncesto, también estuvo en este Campus. Pero además, y en relación con lo que hago en mi trabajo, estuve haciendo clases con los niños para ver cómo piensan y cómo funcionan sus cerebros. Orientando también un poco sus carreras. Mucha gente en España quiere hacer baloncesto u otros deportes, pero hay que asegurarnos una formación para cuando abandonamos los equipos.
¿Por qué era tan difícil hacerse un hueco en la NBA a comienzos de los ochenta?
Yo fui elegido en segunda ronda del Draft, pero era joven todavía. Entonces me marché un año a Italia, a Rimini, donde el segundo entrenador era Sergio Scariolo. Después, cuando estuve en Brescia, también trabajé mucho con Sergio. Después de Rimini regresé a Cleveland y luego estuve en Indiana Pacers. En la NBA terminé jugando muy bien, pero solo me ofrecían el 75% de garantías. Y recuerdo lo que me enseñaron en una clase en la universidad: “Gana dinero cuando puedas”. Yo veía que en la NBA me iba a pasar algo parecido a esto: “Después de 3 años jugando, congratulations por jugar en la NBA pero, ¿dónde está el dinero?”. Al final, regresé a Italia y fiché tres años por Brescia. Estuvo muy bien, jugué con grandes jugadores como Dino Meneghin, Mike D’Antoni, Brunamonti, etc.
¿Cómo se produjo tu fichaje por el Real Madrid?
Cuando estaba finalizando mi última temporada en Brescia yo tenía un acuerdo para ir a Benetton, pero al final el presidente no me dejó libre para marchar allí y finalmente fiché por el Real Madrid, que por entonces era como fichar por los Celtics aquí. El Madrid era el equipo con más prestigio e imagen en Europa. Era un gran honor para mí jugar en el Madrid. Yo fiché a finales de junio. Estuve dos semanas en mi casa en América y a mediados de julio decidí que tenía que irme a Madrid para comenzar a entrenar. Estuve entrenando en solitario con Paco López antes de que se incorporasen mis compañeros. Yo sabía lo importante que era jugar allí, por eso me fui antes, para irme poniendo en forma y jugar a tope desde el principio.
Llegas en una temporada muy difícil para el Real Madrid (86/87), con la marcha de Fernando Martín a la NBA y de Antonio Martín a la Universidad de Pepperdine. En cambio, coincides con un campeón de la NBA, Larry Spriggs.
Larry era una bestia, una auténtica bestia. Saltaba, era zurdo, tenía mucho talento, pero era joven. Había sido campeón de la NBA con los Lakers en el 85, y vino joven y con mucho orgullo a un club como el Madrid, no mala actitud, pero sí: “Mira, soy Larry Spriggs de los Ángeles Lakers”. A mí me encantó jugar con Larry.
¿Cómo fue tu segundo año en el Real Madrid con la vuelta de los hermanos Martín?
Mi segundo año, cuando regresó Fernando y Antonio Martín, fue un gran año. Ganamos la Copa Korac contra la Cibona de Drazen Petrovic, que ya había fichado por el Real Madrid para la temporada siguiente (88/89). Recuerdo que era un genio, pero tenía una mentalidad muy mala. Se pasaba la pelota entra las piernas diciendo: “Hala Madrid, hala Madrid”. Fernando y Antonio jugaban mucho. En las semifinales de la Copa Korac, Lolo me dio la oportunidad de jugar más tiempo de lo normal porque Fernando y Antonio estaban lesionados. Cuando estaban ellos y Romay, éramos muchos pívots para repartirnos los minutos. Yo jugaba una media de 20 minutos y estuve haciendo unos 19 ó 20 puntos por partido. Pero era muy difícil mantener el nivel cuando había pívots tan buenos y estás entrando y saliendo continuamente de la cancha, con tantas rotaciones. Antonio y Fernando eran muy buenos y además eran el orgullo de España. Fernando jugó en la NBA y Antonio estuvo en Pepperdine. Yo no tengo ninguna queja de mis compañeros.
¿Por qué el paso de los americanos por el Real Madrid era tan fugaz? En tu caso, a pesar de los buenos números y de la buena imagen que dejaste a lo largo de las dos temporadas, finalmente no renovaste. Lo mismo sucedió con otros grandes jugadores como Brian Jackson, Linton Townes, Wendell Alexis o Johnny Rogers.
En un equipo como el Real Madrid no puedes entrar con la mentalidad de que eres más importante o tienes más historia que el club. Mira, estuvo Sabonis, estuvo gente con mucho nombre. Nadie es más importante que el conjunto. Yo creo que ese fue uno de los pequeños problemas que tuvimos nosotros en mi segundo año, con Antonio, Fernando, Romay, Wendell Alexis, Biriukov, Del Corral, Corbalán, Iturriaga, Llorente y yo. Teníamos nueve o diez jugadores que podían ser titulares en cualquier equipo. ¿Qué es más importante, hacer los 25 puntos del partido o hacer 18 puntos y ganar la liga? Cada uno tiene su mentalidad. De todas formas, Lolo hizo un gran trabajo. Yo pongo a Lolo, como entrenador, en su juego, forma de entrenar y en su inteligencia mental, como Phil Jackson y Pat Riley. Tenía nueve o diez muy buenos jugadores para pocos minutos y lo supo gestionar muy bien, aunque yo a veces pensaba que no debía estar en el banquillo, al igual que lo podían pensar Fernando Romay, Antonio Martín o Fernando Martín.
Creo que los entrenamientos en el Real Madrid eran tremendamente duros.
Eran muy duros. Había mucha lucha y mucho orgullo. Eran como los partidos. Hacíamos cinco contra cinco en los entrenamientos, y esos diez jugadores podían estar en el cinco inicial de cualquier equipo en España.
¿Cómo se produjo tu salida del Real Madrid? ¿Te dieron algún motivo para no renovar?
No. A mí me quedó claro. Habían fichado a Petrovic para la temporada siguiente (88/89) y habían regresado Fernando Martín y Antonio Martín en la 87/88. Además, seguía Fernando Romay. Estaba claro que ya no necesitaban un jugador como yo. Aunque Lolo me había dicho que me iban a intentar mantener, yo sabía que era prácticamente imposible. La historia ya estaba escrita. Entonces, empecé a mirar dónde ir. Después de ver muchos equipos fiché por Valencia, que era un riesgo para mí porque era el primer año en ACB, pero fue todo un acierto. Yo me sentí muy bien allí. Me encantaba el equipo que tenían Fernando y Juan Roig. Fiché allí por tres años como americano. Empezamos a subir, a ganar. Obtuve la nacionalidad española. Después firmé un contrato por cinco años más, pero solo jugué tres años y finalmente me retiré en 1994. Lo malo es que al año siguiente de irme, Pamesa descendió de categoría.
Eras un jugador muy querido por los aficionados.
Tengo muy buen recuerdo de la afición española. Después de los partidos siempre me quedaba a firmar autógrafos. Recuerdo que mis compañeros, desde el autobús, me llamaban, incluso tocando el claxon: “¡Pi. Pi. Vamos Brad!”. Hasta Lolo Sainz. Pero esa era mi mentalidad. Pensaba que era muy importante atender bien a los fans.
Antonio Sánchez: Al hilo de lo que estás contando, te cuento una anécdota que ya se la he comentado a Javi. Yo era muy pequeño, vivía en Madrid y veía los partidos del Real Madrid en la tele, sobre todo los de Copa de Europa. Un día le dije a mi padre si podíamos ir a ver un partido del Real Madrid en la Ciudad Deportiva. Recuerdo que íbamos hacia la taquilla para comprar las entradas y había mucha gente. De repente, veo un señor muy alto que va andando, con sus zapatillas en la mano, y eras tú. Yo me puse como loco: “¡Branson, Branson!”. Me firmaste un autógrafo que desgraciadamente no sé dónde está, y me acuerdo que al día siguiente fui al colegio con mi autógrafo de Brad Branson. Era el chaval más feliz del mundo. Fuiste muy agradable conmigo, súper simpático.
Brad Branson: Quiero contar una anécdota. Cuando estuve en Valencia, hace unos años, por el 30º aniversario del club, yo salía del restaurante después de la cena, cuando vinieron dos hombres a saludarme, dos fans. Me dijeron: “Branson, ¿te acuerdas de nosotros?”. Yo les dije que no me acordaba de ellos. Resulta que eran dos chavales, dos hermanos, que venían a todos los entrenamientos del Valencia cuando yo jugaba allí. Como no podían ir a los partidos porque su familia no podía pagar las entradas, ellos faltaban a la escuela para ver los entrenamientos. Pues bien, un día me paré a hablar con ellos: “¿Qué pasa? ¿Por qué no vais a la escuela?”. Me contaron que no querían ir a la escuela, que no les gustaba. Yo les dije: “A partir de hoy, si vosotros vais a la escuela todos los días, si os comprometéis a ir todos los días, yo os compro un abono a cada uno por todos los años que esté jugando yo aquí”. Finalmente fueron dos años, hasta que me retiré. Yo compré un abono para cada uno. Aquel día, después de la cena del 30º aniversario, me comentaron que habían terminado el instituto, la universidad y que tenían su propio negocio. Esto es el baloncesto para mí. Enseñar que hay vida después del deporte. Después de 30 años, esta anécdota es uno de los mejores recuerdos que puedo tener del baloncesto.
¿Tienes relación con alguno de tus antiguos compañeros del Valencia y Real Madrid?
Sí, claro. Este verano coincidí con Salva Díez y Rafael Jofresa. Después estuve en Valencia con Víctor Luengo y Rogers. En el 30º aniversario del Valencia Basket me encontré con todos, Indio Díaz, Barros, etc. Con los del Real Madrid también sigo hablando.
¿Te han comentado muchas veces tu parecido con Rocky Balboa?
Mucha gente me ha dicho eso. Estuve entrenando un verano en Dallas en un gimnasio privado, después de mi primer año en Madrid. Y en el jacuzzi coincidí con Sylvester Stallone. Él es muy pequeño, un 5’9. Me miraba y me decía: “Eh, tú eres mi doble. Tú tienes que trabajar conmigo en el cine”. Claro que sí, le decía, yo soy un 6’9.
Mucha gente te recuerda por lo duro y fuerte que eras. ¿Cuál era el secreto de esa fortaleza física?
Cuando estaba en la High School medía 1,90 m. y pesaba menos de 50 kilos. ¿Has visto este boli?, pues lo mismo pesaba yo (risas). Después de muchas pesas en el Madrid me puse cuadrado. Era a base de trabajo y trabajo. Trabajaba mucho.
Brad Branson: Un placer, saludos, gracias desde mi corazón por vuestro interés en mí. Estoy aquí para lo que queráis. Saludos a toda la gente de Madrid y Valencia, y a toda la gente de España.
Antonio Sánchez: Después de firmarme el autógrafo me dicen que treinta y cinco años después estoy hablando contigo tranquilamente y no me lo creo, joder, es un sueño y un orgullo. Te lo agradezco mucho.
Si te gustan las historias del baloncesto de los ochenta y noventa, te puede interesar el libro: “Fernando Martín. Instinto Ganador”
Quiero agradecer especialmente a Germán por ponerme en contacto con Brad Branson, un ídolo para mí. Sin él, esta entrevista no hubiera sido posible. Cuando le hablé a Brad de Germán, me dijo: “Es un gran amigo mío. Es como mi hermano, como mi hijo, lo que tú quieras”.
Germán: Brad vino a Valencia en 1988. Cuando iba a entrenar por la mañana paraba siempre en un horno que regentaba una amiga de mi madre. Un día me presenté en el horno. Recuerdo que estaba nervioso, me hice una foto con él y me firmó unas fotos. Unas semanas más tarde, fui a ver un entrenamiento al pabellón, me esperé a que salieran los jugadores y al verme me reconoció y me saludó (me quedé como una flan). Desde entonces, poco a poco fue naciendo una amistad. Él se fue de Valencia, creo recordar, en 1988 ó 1999. Claro, en aquella época no había tanta tecnología y perdí el contacto. En 2016, a raíz del 30º aniversario del Valencia Basket, el club invitó a jugadores históricos, entre ellos él. Entonces me fui al hotel donde estaban todos los ex jugadores y estuve esperando seis o siete horas. Cuando llegó, me acerqué y lo saludé, y al verme me dio un abrazo que se me saltaron las lágrimas (imagínate, casi 17 años sin vernos). Estuvimos como una hora hablando y desde entonces hemos vuelto a retomar la amistad.
También quiero agradecer a @Rancoma_ por todo el material que me ha cedido para esta entrevista, y a todas las cuentas de twitter que se han interesado por esta entrevista sugiriendo posibles preguntas: @PepeKollins @DeporteVintage @Rancoma_ @HemerotecaRMCF @inakibustos @DiegoJMontero2 @soymadridista @Canano88.
Muy interesante