Facundo Campazzo, la revolución de los bajitos

En la era de los bases de dos metros Luka Doncic, (2,00), Daniel Hackett (1,97), Jayson Granger (1,90), Sergio Rodríguez (1,91), Alexey Shved (1,98) y Stefan Markovic (1,98), Facundo Campazzo ha demostrado como los bajitos pueden competir con los “mayores”. Todo hacía indicar que en el baloncesto moderno no quedaba sitio para los bajitos, hasta que apareció él.
Existen tópicos como: «El baloncesto es un deporte de altos», «el baloncesto moderno exige bases de más de 1,90. Tener un base bajito perjudica», «El jugador pequeño supone un punto débil» o «En la actualidad, los equipos potentes juegan con un quinteto integrado por jugadores de más de dos metros».
Pues bien, un pequeño base revoltoso llegaba al Real Madrid en el verano de 2014 sin hacer mucho ruido, a la sombra del gran fichaje blanco del verano; su gran amigo y compatriota Andrés Nocioni. Pese a ser un jugador poco conocido en España, Campazzo llegaba tras haberse hecho un nombre en su Argentina natal: mejor jugador de la liga con Peñarol Mar de Plata (16,4 puntos, 5,9 asistencias y 2,1 robos por partido) y director de juego de la albiceleste tomando el testigo de todo un emblema como Pablo Prigioni.
Ya en España, Facu tuvo un primer año con sabor agridulce. Campeón en todas las competiciones disputadas con el Real Madrid, pero con minutos de juego ante el gran momento de forma de la magistral pareja de Sergio Rodríguez (MVP Euroliga 2014) y Sergi Llull (MVP de la Supercopa y Finales de la Liga Endesa). Pero si por algo se ha caracterizado toda la vida Facu es por su fuerza interior y carácter. Habiendo superado todas las barreras que la vida baloncestística le había puesto, un año chupando banquillo no iba a mermar sus ansias de gloria.
Al cierre de la primera campaña y tras cuajar un buen mundial con Argentina, el Real Madrid toma la acertada decisión de ceder al menudo base cordobés al UCAM Murcia con el propósito de ganar experiencia y soltura en la liga española. Pero si para cualquier jugador la adaptación a un nuevo equipo siempre es difícil, y aún más para los bases al tratarse de una posición vital para el sistema de juego del equipo, para Facu no iba a ser un problema.
Campazzo llegó a la ciudad con los títulos de Supercopa, Copa, Euroliga y liga a sus espaldas; toda la experiencia cosechada habiendo entrenando con los mejores y muchas ganas de demostrar su valía. Una primera temporada de explosión en la liga (12,6 puntos, 3 rebotes, 5,3 asistencias y 2 robos por partido) llamando la atención de toda Europa y coronándose como rey de Murcia. En la segunda temporada por tierras murcianas más de lo mismo: 18,2 puntos, 2,7 rebotes, 5,9 asistencias y 1,64 robos por partido.
Una graduación con matricula de honor y un retorno merecido a la casa blanca. Ya en Madrid, la dolorosa lesión del mejor Sergi Llull de la década daba un protagonismo inesperado a Facundo Camapazzo y Luka Doncic como únicos directores de juego del equipo. Pese a que Luka se haya llevado todos los focos gracias a unas actuaciones de autentica estrella (MVP de Octubre en la Euroliga), Facundo está siendo una pieza vital en el juego blanco (9,8 puntos, 3,8 asistencias y 2 recuperaciones por partido). Un director de juego magistral con una inteligencia en pista digna de estudio.
Campazzo es ese jugador al que recurren los entrenadores cuando sus equipos se encuentran perdidos en el campo y necesitan un revulsivo que les impulse y guie hacia la victoria. Un ejemplo de entrega defensiva sea quien sea el jugador que se interponga en su camino (ya demostró hace años a toda una leyenda como Diamantidis que con Facu no se juega).
Los jóvenes deportistas de este deporte que no hemos sido “bendecidos” con esos centímetros tan vitales en este deporte, debemos estar tremendamente agradecidos y reflejarnos en Facundo Campazzo. Un jugador que ha superado todas las barreras del camino al éxito sin apenas llegar al metro ochenta de estatura. Un mago de este deporte con diez centímetros extra dotados por su corazón y garra.
Gracias por hacer que vuelva a soñar Facu
