Historia de una foto, cuando Petrovic fichó por el Madrid

Esta es la curiosa historia de cómo se gestó una de las fotos más representativas en la carrera profesional de Drazen Petrovic, la que daba luz verde a su fichaje por el Real Madrid.
Fue realizada por uno de aquellos geniales fotógrafos de la década de los ochenta, Josep Lluis García Surrallés, que gracias a sus valiosas instantáneas inmersas en las revistas especializadas de la época, nos trajo a nuestros hogares un baloncesto sin internet, sin redes sociales, pero en mi opinión, con un romanticismo difícilmente superable.
Daba comienzo la temporada 86/87 y Drazen Petrovic parecía que tenía los días contados en la Cibona de Zagreb, su equipo hasta la fecha. Acababa de proclamarse de manera consecutiva, dos veces campeón de la Copa de Europa y sus aspiraciones deportivas empezaban a encontrarse lejos de la antigua Yugoslavia.
Durante el mítico Torneo de Puerto Real de 1986 (la cita de pretemporada por excelencia durante aquellos años), se había encauzado su fichaje por el Barcelona, aunque de momento, no estaba 100% confirmado, ya que había algo que no terminaba de cuadrar en el seno del equipo catalán. A finales de octubre, Drazen y sus compañeros de equipo se disponían a jugar la Supercopa de Europa en la ciudad donde todo el mundo pensaba que pasaría los próximos años el jugador croata. De hecho, los periodistas catalanes estaban preparados para tal noticia ya que, casi con toda seguridad, sería con motivo de la visita del genio de Sibenik a la ciudad condal, cuando se cerrase su fichaje por el conjunto blaugrana. Tal es así, que Miguel Panadés y Josep Lluis García Surrallés, jefe de redacción en Barcelona y fotógrafo de la revista Gigantes del Basket respectivamente, estaban reunidos para preparar la estrategia a seguir en el momento en el que firmara por el Barça. Pero, tras una llamada del que era el director de la revista, Paco Torres, estalla el bombazo: Petrovic acaba de fichar por el Real Madrid. Todo da un giro inesperado y ahora el objetivo es que, en cuanto el croata pise Barcelona, se le haga una entrevista y algunas fotos con la camiseta del Madrid.
Sin embargo, contrariamente a lo que ocurre en la actualidad, no era una tarea sencilla encontrar camisetas del eterno rival en Barcelona, así que, Josep Lluis, después de recorrer sin éxito la mayoría de los grandes almacenes y tiendas deportivas, recordó que tenía una conocida, Salomé, seguidora del conjunto blanco y que conservaba en su poder una bufanda del conjunto merengue que, afortunadamente, le prestó para la ocasión. Surrallés: “Creo que incluso la conserva firmada por el propio Petrovic”.
Después de conseguir la tan ansiada bufanda madridista, tanto Miguel como Josep Llluis, se acercaron al Hotel Presidente, donde se hospedaba la expedición de la Cibona, y en cuyo vestíbulo se encontraron con su jefe de prensa, Mr. Marianovic, al que solicitaron ponerse en contacto con el jugador para realizarle una entrevista. Amablemente les comentó que éste se encontraba desayunando y que si deseaban, fuesen a verlo al comedor. Surrallés: “Drazen estuvo amabilísimo, e incluso nos invitó a desayunar. La única condición que puso para las fotos fue que las hiciéramos en un lugar discreto”. Al encontrarse el hotel relativamente cerca del Palacio Real de Pedralbes, le propusieron realizarlas en sus jardines, a lo que accedió sin mayores problemas. Aquellas fotos salieron publicadas en la revista Gigantes del basket número 53, del 10 de noviembre de 1986. Petrovic acababa de firmar por el Real Madrid por cuatro temporadas.
A partir de entonces, Josep Lluis guarda un excelente recuerdo del jugador croata, quien incluso dio un paso al frente para darle un abrazo momentos antes de un encuentro con su selección, mientras se tocaba el himno nacional. Según sus propias palabras: “En la pista era muy duro con sus contrincantes, con acciones que en alguna ocasión se podrían tachar de reprobables, pero una vez fuera de la cancha, para mí, fue uno de los jugadores más encantadores y amables que he conocido. Ya lo dijo su madre en una ocasión, se llamaba Drazen porque esa palabra en serbio significa dulce”.
