Josep María Margall: «Me acuerdo más de los tiros fallados que de los ganadores»

Foto: Miguel Ángel Forniés
Continuamos con la segunda parte de la entrevista a Josep María Margall, leyenda del baloncesto español y uno de los mejores tiradores que se han visto en una cancha de baloncesto.
Tras la primera parte, en esta ocasión, repasaremos su trayectoria con la selección española, con especial atención a la medalla de plata conseguida en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 84. Asimismo, nuestro protagonista nos hablará de sus dos décadas en el Joventut y sus últimos años jugando al baloncesto. Y mucho más.
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Centrándonos ahora en tu etapa con la selección española, ¿cuál era el secreto del éxito de este equipo hasta Los Ángeles 84?
Son ciclos. Si tienes buena camada de jugadores es posible que lleguen los éxitos. La clave de aquellos éxitos fue la calidad de los jugadores. Yo siempre digo que fue muy importante Romay. Epi fue el mejor, también Fernando Martín. Corbalán grandioso, pero Romay era el jugador diferente. Nosotros éramos bajitos y él hacía cambiar muchos tiros. Molestaba mucho. Molestaba tanto que muchas veces nos molestaba a nosotros, pero era grandioso. Andrés Jiménez muy bien, perfecto, pero Romay era el tío diferente que no había. Lo mismo que pasó con Gasol, pero Gasol con una súper calidad, un tío de 2,15 metros que se movía, botaba, tiraba y hacía de todo. Esta fue la diferencia. Hay ciclos. Después se unieron el resto, pero lo importante son estos jugadores diferentes.
¿Qué recuerdas de tu partidazo en semis contra Yugoslavia?
Vi que teníamos una oportunidad grandiosa. Salí muy concentrado y dije: “Hoy o nunca”. Y bueno, tuve la suerte de que me salió bien. Todos aportamos. Empezamos mal y después estuvimos acertados y ganamos bien.
En la final contra Estados Unidos defendiste a un tal Michael Jordan.
Bueno, no estaba mal el chavalín (risas). Recuerdo que él también me defendía a mí. Antonio Díaz Miguel me dijo: “Oye, que tire que es lo peor que tiene. Déjale tirar”. Claro, yo le dejaba espacio. Ya sabes que nunca he sido un gran defensor. Pues bien, me tira la primera y me la mete. La segunda, también la mete. Miro a Díaz Miguel y me dice: “Tranquilo”. Me la vuelve a meter… Le digo a Díaz Miguel: “¿Qué?”. Antonio me dice: “Encima, encima”. Voy encima y va y me mete un mate. Y Díaz Miguel me manda al banquillo (risas). No estaba mal el chaval.

¿Cómo viviste todo lo que supuso ganar aquella medalla de plata? ¿Os esperabais la repercusión que tuvo en España?
Fue muy bonito, una sorpresa grandiosa. Llegamos al aeropuerto de Madrid y estaba a tope. Cuando cogimos la terminal para ir a Barcelona la gente te cogía, te saludaba… Fue impresionante. Y al llegar a Barcelona también había mucha gente. Todos tenemos un grandísimo recuerdo de estos días. Antes solo teníamos la televisión, y solo dos canales. Eso sí, había más audiencia. Me acuerdo que llamaba mucho a casa durante esos días porque había nacido mi hijo, y me decía mi mujer: “Cuando me levanto a las 4 o a las 5 de la madrugada a ver los partidos, salgo al balcón y veo todas las casas con las luces encendidas viendo los partidos en la tele”.
¿Qué pasó después de aquella medalla de plata?
No estuvimos bien en el Europeo del 85. En semifinales la cagamos, hablando claro. A lo mejor no estábamos muy concentrados en lo que teníamos delante porque teníamos posibilidades. Y allí no estuvimos bien, y bueno, nos dieron. Pero son cosas que pasan.
Retomando tu etapa en el Joventut, estuviste 19 años en el primer equipo y dos en el júnior. ¿Con qué recuerdos te quedas de todos esos años?
A ver, hay cosas muy bonitas, pero también hay cosas malas. Cuando ganas títulos es muy bonito. La Korac que ganamos aquí en Barcelona fue muy importante. Después, ha habido también varios títulos y finales que hemos perdido. Yo normalmente me acuerdo más de las cosas que fallo o pierdo que no de las que gano. Me acuerdo más del tiro que he fallado para no ganar, que del que he metido para ganar.

¿Y de qué tiros fallados te sigues acordando todavía?
Me acuerdo de dos. Uno en la Recopa en Grenoble. Estaba lesionado y me infiltraron. Recuerdo que me metieron 7 inyecciones para poder jugar porque tenía el abductor fastidiado. Perdíamos de dos contra el Limoges y me llegó la última bola. Me la tiré de tres y fallé, pero Reggie Johnson, que estaba debajo del aro, cogió el rebote y empatamos. Fuimos a la prórroga y allí nos ganaron. Y después, contra Australia con la selección en Seúl. Me jugué la última para empatar y no empatamos. Me acuerdo de estos tiros. De los que metí sí, pero me acuerdo más de lo que fallé. Soy un poco masoquista, ¿no? Qué vamos a hacer.
¿Te surgió alguna oferta tentadora mientras estabas en la Penya?
Sí, alguna, pero no. Al final no salí, tampoco quise. Hubo un año, empezando la liga, que un equipo me dijo que querían ficharme al finalizar el año, y les dije: “Bueno, ya lo veremos al final”. Y al final no se hizo. No me hagas decir nombres.
No, claro, pero supongo que sería un club español.
Sí, antes no salíamos de España.

Se respira mucho baloncesto en el Joventut, ¿no?
Sí, claro. Hay una cantera muy buena. Se trabaja muy bien la base. Yo siempre digo que la Penya tiene una gran suerte para los jóvenes porque tienen la puerta abierta para el primer equipo. En el Real Madrid o Barcelona tienes que ser muy bueno para estar allí. En el Joventut llegas a ser muy bueno, pero en los primeros pasos ya te meten en el primer equipo. Esto es muy bueno para mejorar. Los grandes, como tienen dinero, fichan, y los que no tienen dinero no pueden fichar y tienen que trabajar la cantera. Y esto no quiere decir que el Real Madrid o Barcelona lo hagan mal, pero la puerta para entrar en el primer equipo de estos dos está muy difícil. Yo siempre digo que el jugador que no juega no mejora. Puede entrenar con el mejor entrenador del mundo, pero si no juega cada fin de semana no va a mejorar. Y si puede jugar cuarenta mejor que treinta minutos. Yo no he visto a nadie que no juegue partidos y mejore. Para llevar la toalla en el Real Madrid o Barcelona aún estoy capacitado yo. Y me sabe mal decirlo así. Cuando un chaval me dice que se va a jugar, yo le digo que si en algún momento tienen que invertir con él es para que juegue, no es para buscar donde te paguen más. Lo importante es jugar, esa es la mejor inversión que pueden hacer con un jugador.
¿De dónde viene lo de Matraco?
Mira, el doctor Guillén, que era nuestro médico en el Joventut y es de Zaragoza, se lo decía a mi hermano. Matraco en maño parece que quiere decir que eres de pueblo. Esto fue lo que me dijo el doctor Guillén, pero no me he molestado en mirarlo o comprobarlo. Y claro, nosotros somos de Malgrat, que es un pueblo a 60 kilómetros de Barcelona. A ver, tiene 18.000 habitantes, no es que sea un pueblo pequeño, pero se lo decía así en broma a mi hermano y se me quedó a mí también. La gente me dice Matraco por la calle y ningún problema, solo faltaría. Muchos piensan que Matraco viene de metralleta, pero el origen es esta historia que te he contado del doctor Guillén.
¿Qué es lo peor del deporte profesional?
El deporte profesional es malo para la salud porque se hacen muchos esfuerzos y se entrena mucho. Todos los grandes esfuerzos son malos. A lo mejor me estoy metiendo en un lío. Para el cuerpo no es bueno. Lo importante es cuidarte muy bien cuando eres profesional porque luego salen los problemas. Si te has cuidado bien como profesional, no es tan malo, pero si no lo haces a la larga lo pagas. Esto está claro. Hace dos años me cambiaron la cadera y eso que no era un saltarín. Yo saltaba la línea para no tropezar, nada más. Hay muchos jugadores que tienen las rodillas, las caderas o los tobillos operados. Esto es normal. Lo importante es cuidarte. Hoy en día todo esto está mejor, por ejemplo con el tema de las zapatillas. Yo recuerdo que empecé con unas Eya azules, que eran lo mejor de lo mejor. Cuando tenía 14 o 15 años me las regalaron por Reyes. El Joventut las tenía para el primer equipo y mi hermano las compró allí o se las dieron, no lo recuerdo bien. Pero claro, antes íbamos con unas zapatillas que eran un desastre y ahora van con cámara de aire y cosas de estas que son muy buenas para las articulaciones.

Yo recuerdo las míticas Kelme.
Bueno, las Kelme prácticamente las diseñé yo. Yo tenía una tienda de deportes y el representante de Kelme me vendía y tal. Un día me dijo que querían ficharnos a Villacampa y a mí. Yo les dije: “Dame las zapatillas y las miramos”. Recuerdo que las probé y me las cambiaron, me hicieron algunos retoques. Luego salió al mercado con los colores verdes. Y después se hizo la zapatilla Villacampa.
Háblanos de tus últimos años jugando al baloncesto, cuando abandonas el Joventut y te vas a Andorra y Girona.
Estuve muy bien en los dos sititos. He tenido suerte de ir a dos grandes equipos. En Girona estaba Alfred Julbe. También teníamos a Dusko Ivanovic o Quim Costa. Fue la liga aquella que era un poco diferente. Se jugaba en dos fases y al final no nos metimos entre los ocho primeros, pero estuve muy contento y muy bien allí. Después me fui a Andorra, donde teníamos el objetivo de subir a ACB. Fue un año muy difícil. Para mí fue más difícil jugar en LEB Oro que en ACB, sobre todo porque en el equipo había muy buenos jugadores, como Ray Smith, que tenía unas grandes virtudes pero sabes que le cuesta jugar en equipo. Finalmente subimos aquel año, jugando contra el Cáceres. Al año siguiente fue más fácil porque habían fichado a Piculín Ortiz. También estaba un americano tirador, ya no me acuerdo de su nombre, que luego fichó por el Barcelona. El equipo estaba más estructurado y fue un buen año.
Después de tantos años en el Joventut, ¿se hacía muy raro jugar en otro equipo?
Baloncesto es baloncesto para todo, ¿me entiendes? Es baloncesto. ¿A ti qué te gusta? A mí me gusta jugar. Bueno, en la Penya me dijeron que no contaban conmigo y que si me quería quedar a entrenar y tal. Dije que prefería jugar. Finalmente jugué tres años más.
Has tenido grandísimos compañeros tanto en la selección como a nivel de clubs. ¿Cuáles fueron los que más te impactaron en el día a día?
Al principio Buscató y todos los mayores de mi época cuando yo empezaba. Después Slavnic, era increíble. Era un gitano en la pista, pero ganador. Él quería ganar como fuera. Era muy listo. Recuerdo que me decía: “¿Por qué no metes cuarenta? Yo te voy a pasar el balón. Mete hombre, mete”. Pero también me decía: “Si no puedes me la pasas enseguida y jugamos”. Era un tío especial, un gran base y un líder ganador. Si estaba solo me la pasaba, pero cuando había problemas se la jugaba. Metía el culo y anotaba canasta. Él quería ganar como fuera. Después, otro gran jugador que tuvimos es Reggie Johnson, que era un tío muy bueno y muy listo. Te voy a contar una anécdota. Antes de jugar un partido íbamos a tomar la cervecita y tal, y él siempre llevaba una mariconera, los bolsitos estos, ¿sabes? Recuerdo que estaba con una mano debajo y la mariconera encima. Y le veo que está haciendo algo. “Oye, ¿qué estás haciendo?”, le pregunto. Resulta que tenía esto, como un muelle, para reforzar los dedos, para tener fuerza en los dedos. Él me dijo: “Es para coger fuerza en los dedos porque cuando yo era joven perdía muchos balones. No agarraba bien el balón y empecé a hacer esto”. Después, estábamos en la comida y había una manzana. Coge la manzana y me dice: “Mira, ¿ves?”. Y la rompe. No era de estas manzanas blandas. Y voy y digo yo: “Buah, esto es fácil, hombre”. Entonces cojo una y ni la marqué. Yo que pensaba que tenía fuerza en los dedos, pero ni la marqué. Por eso cuando le pasábamos un balón no perdía uno, parecía un pulpo. Yo a los chicos que tienen problemas para agarrar el balón siempre les digo lo mismo, por experiencia trabaja esto, la fuerza en los dedos. Yo siempre tengo un lema, el baloncesto es un deporte de listos. ¿Cuál es la altura más importante del jugador? La que hay entre las cejas y el cabello, es decir, la frente para pensar. La diferencia es la cabeza.
Ya que estamos hablando del día a día, ¿hacíais ejercicios o juegos de tiro al finalizar los entrenamientos?
Sí que hacíamos. A ver, pocas veces tiraba yo de medio campo, no me gustaba. Para una vez que podías tirar en un partido desde tan lejos no merecía la pena gastar tiempo con esto en los entrenamientos. Nosotros hacíamos competiciones en la línea de 6,25 metros, donde estaba el triple antes. Consistía en tirar cinco tiros en cada posición, desde cinco posiciones diferentes (como los concursos de triples), a ver quién metía más desde cada posición. El que más metía en cada posición se anotaba un punto. En total había cinco puntos en juego, uno por cada una de las cinco posiciones. También podíamos hacer ida y vuelta. Si metías los cinco desde la misma posición seguías tirando hasta que fallaras. Y si metíamos el mismo número de triples en una posición seguíamos hasta que fallase uno y metiese el otro. Recuerdo que estos retos los hacía con Rafa Jofresa, entre otros. Además, cuando estaba Slavnic jugábamos muchos 1×1. Lo solíamos hacer a 11 puntos. Pero claro, cuando ganabas 9 o 10 a 0 él empezaba a darte hostias y al final decías: “Venga, va. Gana porque si no me vas a matar a hostias”. No quería perder ni en los entrenos. Hacíamos 1×1, tiros, movimientos, etc.
Recuerdo también cuando subí al primer equipo del Joventut en el año 1972 y estaban Buscató, mis hermanos, Santillana, etc. Habían fichado al entrenador Clinton Morris, que era un buen profesor de baloncesto. ¿Por qué digo profesor? Porque él vino y, en lugar de hacer el calentamiento corriendo, hacíamos primero unos estiramientos y luego empezábamos con ejercicios de técnica individual, entradas, ganchos, todo esto. Era su calentamiento. Cada día hacíamos más o menos los mismos ejercicios. Y claro, yo tenía 17 años y estaba escuchando a los mayores diciendo que siempre hacíamos lo mismo y que este tío no sabía más. Yo, claro, al final llegué a pensar que a lo mejor los veteranos tenían razón, pero un día, Clinton me dijo: “Sal a jugar”. Hice un cambio y metí canasta. Y dije: “Esto sirve”. Hoy en día trabajar la técnica individual es muy aburrido, pero es la diferencia. El físico se ha igualado mucho y se ha olvidado un poco el trabajo de la técnica individual. Hay muchos que botan de maravilla, pero solo botan. Hay más detalles. Fíjate, los jugadores que pueden jugar hasta los 38 o 40 años son los que técnicamente son buenos y, sobre todo, las meten. Ya sabes mi slogan: “El que no mete no vale”, por mucho que digan los entrenadores que la defensa y tal. Dime algún jugador que meta y no juegue hoy en día.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Josep María.
Ahora hay un problema en el baloncesto, incluida la NBA. Es un deporte en el que juegan 5×5, pero solo juegan 1×1 y los otros a esperar. No hay circulación de balón. Se ha perdido el juego colectivo. Cuando ves un partido siempre hay uno que coge el balón, bota, bota y se la tira. Hay que buscar más opciones, no solo un tío botando y que se la tire. Hay que intentar que al resto le lleguen los balones. Yo no entiendo lo que se hace hoy en día. Todo el mundo sabe que se la va a tirar este jugador y muchas veces se la tira con un tío encima, incluso la mete, pero a lo mejor ha fallado cuatro antes. No es lógico. Cuando se pueda empezar a jugar un poco más en equipo mejorará el baloncesto. Me reitero, se ha olvidado mucho la circulación de balón. Es un juego de 1×1 o de 2 x 2 como máximo.
Muchas gracias por esta charla, Josep María. Un fuerte abrazo.
Un placer, Javier. Muchas gracias a ti. Otro.
MIGUEL ÁNGEL FORNIÉS nació en Badalona el 18 de septiembre de 1952. Estudió en los Salesianos Badalona y en el Colegió Badalonés. Servicio Militar en Campo Soto, Cádiz.
Fotoperiodista de Devoción. Colaboró con Eco Badalonés, 5Todo Baloncesto. Desde 1981 con Nuevo Basket como fotógrafo. Primer fotoperiodista en viajar a ver y fotografiar partidos de la NBA en 1984. Europeo de 1973, cinco Mundiales Júnior (de 1983 a 1999). Quince meses trabajando, viviendo y jugando a baloncesto en Argelia (Sidi Bel Abbès).
Mundial de España 1986, Mundial de Argentina en 1990. JJOO de Barcelona 1992 como adjunto del jefe de prensa de baloncesto. Ha escrito dos libros, Crónica de un viaje alucinante (en 2009) y Memorias Vividas (en 2015). Durante 19 temporadas (1996-2014) responsable de prensa del Club Joventut Badalona.
Buenas entrevistas con Josep Maria, bueno tio y muy cabezon!!
Siempre en su lineal y con razon.
Una entrevista maravillosa, para mí,la mejor época del baloncesto español. Grandes Margall, Villacampa, los Jofresa, y demás jugadores de la Penya .