Lo siento, Luka, perdóname

Me comentaba una amiga conocida de este mundillo en pleno curso de Eurobasket, “a mí me da igual contra quién juegue Luka Doncic, siempre voy a querer que gane”, sin duda un mensaje para navegantes, políticamente incorrecto, pero con mucho sentimiento dentro, y es que, digamos lo que digamos, muchos de nosotros tenemos hoy el día jodido.

¿Conocen esa teoría de los sentimientos encontrados? Seguramente a muchos de ustedes le habrá pasado cuando tienen igual querencia por dos cosas pero saben que solo puede tener una, o que saben que para que pase una cosa debe pasar otra y que les dejará ese regusto entre dulce y amargo por ambas circunstancias, pues eso pasa hoy con Luka Doncic.

Llevamos viendo crecer al “niño” desde que era eso, un niño, ni siquiera empezamos siendo adolescente porque ahí ya estaba en la primera plantilla del Real Madrid, hemos estado con él en su crecimiento y nos hemos sentido parte de su carrera, desde que era un tierno infante jugando con compañeros que le sacaban dos años de edad, en que muchos nos complicábamos la vida para ver sus partidos de infantil, cadete, junior a través de cualquier vídeo de YouTube (especial mención para Basket Cantera) y todo porque, sin necesidad de jugar a adivinos, sabíamos que ese chaval tenía algo que solo tienen los grandes genios, da igual de qué disciplina de la vida hablemos.

Nos sentimos orgullosos cuando debutó con el Real Madrid con 16 años y dos meses y nos emocionamos un poco con ese triple que metió en el primer balón que recibió, a partir de ahí hemos perdido la cuenta de los “ooooh” de admiración, seguimos asombrados de esa personalidad arrolladora en la cancha, hemos sufrido cuando le hemos visto llorar en el banquillo y, por encima de todo, le sentimos como algo nuestro dentro del Real Madrid, por mucho que los cantos de sirena de la NBA nos lo quiten sin remedio.

Hoy Luka Doncic juega con su selección de Eslovenia frente a nuestra selección española, seguramente vestirá de blanco y no podré aplaudir sus canastas, por primera vez en nuestra vida le sufriré y no querré que anote (salvo mi amiga y muchos otros que piensan como ella, en su perfecto derecho, por supuesto), pero lo peor vendrá cuando acabe el partido, pase lo que pase estaré mal y bien a la vez, triste y contento por partes iguales, así que hoy solo puede pedirte perdón, Luka, porque, en el fondo, mi pensamiento está con España y es a quién quiero ver en la final del Eurobasket.

Como la teoría del Yin y el Yang, siempre de todo esto se puede sacar algo bueno, pase lo que pase hoy, sé a quién voy a animar con todas mis fuerzas por la medalla de bronce.

Disfrutemos y suframos hoy, es lo que toca.

 



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