Lolo Sainz (parte II): “No todos podían con la presión mediática del Real Madrid”.

Foto: Miguel Ángel Forniés
Continuamos con la segunda parte de la entrevista a Lolo Sainz, una de las grandes figuras de referencia de la historia del baloncesto español.
Tras la primera parte, en esta ocasión, seguiremos recordando su etapa como entrenador del Real Madrid, así como su posterior paso por el Joventut de Badalona, además de ahondar en sus vivencias con algunos de los grandes jugadores a los que entrenó, como Drazen Petrovic, Mirza Delibasic, Fernando Martín, Jordi Villacampa, Rafa Jofresa, Mike Smith o Corny Thompson. Y mucho más.
¿Hay algún partido que te siga quitando el sueño? Por ejemplo, se me viene a la cabeza el del famoso triple de Djordjevic con el Partizan en la final de Estambul cuando entrenabas al Joventut.
Bueno, ese porque es el más reciente, pero han pasado ya más veintitantos años. Lo de Estambul hay que reconocer que fue muy duro. Ellos mandaron casi siempre en el marcador, pero fuimos capaces de darle la vuelta al resultado y estuvimos con ventaja al final, que es cuando hay que tenerla. Sin embargo, surgieron dos o tres cositas de inexperiencia por nuestra parte que posibilitaron que Djordjevic pudiera recibir el balón y tirara con toda la comodidad del mundo. Estaba lejos, pero era muy buen jugador y las metía, y entonces metió la canasta. Pero aquello también me sirvió para comprobar que este equipo, el Joventut, donde yo había luchado mucho para que estuvieran convencidos de que eran unos grandes jugadores y de que podían alcanzar grandes metas, supieran reaccionar ante esta derrota, porque una derrota así, empezando a jugar los playoffs para el título de liga a la semana siguiente, te puede dejar muy tocado. El equipo supo rehacerse y quedar campeón de liga. Yo ahí dije, bueno, creo que aquí ya he terminado mi labor porque estos ya se creen que son grandes jugadores y que pueden hacer grandes cosas. Estuve un año más, pero si me hubiese ido en ese momento el equipo hubiera estado perfectamente mentalizado de lo que yo quería que fueran, unos buenos jugadores y unos grandes campeones. Recuerdo que Zeljko, cuando fichó por el Joventut, un día me dijo: “Lolo, me has dado un equipo hecho”. En la final en Tel Aviv, yo estaba allí presente, y cuando vi que el balón le llegaba a Corny Thompson, dije: “La mete”. Conocía perfectamente a Corny. Y la metió.
No obstante, he tenido muchas derrotas duras, como aquel triple de Solozábal en el último segundo en la final de la Copa del Rey. Allí hubo un malentendido. Yo había ordenado cambios constantes en la defensa para que no hubiera ninguna posibilidad de que nos metieran un triple. Nos podía costar que nos metieran una canasta de dos, pero hubiéramos ido a la prórroga. Sin embargo, hubo un malentendido entre dos jugadores, que no hicieron el cambio adecuadamente, y Solozábal se quedó solo, y si se quedaba solo la metía.
¿A qué jugador has visto hacer las mayores genialidades en los entrenamientos?
He visto cosas de genio desde todas las vicisitudes. Brabender, que era un tío que cuando jugaba parecía como una taladradora, pun, pun, pun, pues no, en los entrenamientos hacía cosas inverosímiles. Clifford Luyk también. Pero el que más me sorprendía en los entrenamientos, hasta que un día le cogí por banda y le dije: “Esto, también lo puedes hacer en los partidos”, fue Mirza Delibasic. Era un genio, un maestro del baloncesto. Y en los entrenamientos, cuando estábamos un poco más distendidos y tal, hacía cosas inverosímiles. Y un día le dije: “Mirza, esto que estás haciendo me parece una bestialidad. ¿Por qué no lo haces en los partidos?”. Y se me quedó mirando con una cara como diciendo: “Porque me da vergüenza”, o una cosa así. Pero la verdad es que ha habido jugadores que hacían cosas magníficas en los entrenamientos. Drazen Petrovic también hacía cosas así, pasarse el balón entre las piernas, por detrás de la espalda, se volvía y daba una vuelta en el aire y la metía. Cosas de auténtico genio. Incluso en la Penya, también. Cuando terminaba el entrenamiento nos lo pasábamos en grande con los piques que se autoimponían, que consistían en hacer tiros imposibles. Rafa contra Villacampa, Mike Smith haciendo mates a lo Jordan, que si lo hubiera visto Jordan se hubiese quedado alucinado. Hacían cosas inverosímiles.
¿Quién era el mejor de la Penya en esos piques de tiro?
Bueno, los dos eran muy buenos. Quizá Jordi Villacampa era más potente, pero Rafa Jofresa era pura inteligencia y sabía en qué momento tenía que meterla. Andaban a la par. Cuando terminaba el entrenamiento, porque esto era después del entrenamiento, todos nos habíamos reído mucho, nos lo habíamos pasado en grande y después nos íbamos a tomar la cervecita.
Hablando de Mirza, me contó Marcos Carbonell que cuando era juvenil se quedaba a ver los entrenamientos del primer equipo y presenciaba unos piques de tiros increíbles por detrás del tablero entre Mirza y Corbalán.
Hombre, Marcos Carbonell, me acuerdo perfectamente de él. Digamos que puntualmente le estoy muy agradecido porque me ganó una liga con el Real Madrid. Recuerdo, cuando le mandé salir a la pista, a toda la gente diciéndome: “¿Dónde vas? ¿Qué haces?”. Y me ganó una liga, fíjate si me acuerdo de él.
Sí, sí. Eso lo hacen mucho los jugadores buenos. Cuando terminaba el entrenamiento, Mirza le decía a Corbalán o al otro: “¿A que no haces tú esto?”. Y hacía, pun, y tiraba por detrás del tablero. Había unos piques muy sanos.

¿Por qué no tuvieron continuidad en los ochenta los extranjeros que llegaban al Real Madrid?
Bueno, el último mohicano, como yo le llamaba, fue Walter Szczerbiak, que estuvo mucho tiempo. Después, los americanos estaban uno o dos años, como máximo tres, eso era ya una aventura magnífica. Los agentes querían más dinero y los llevaban de una parte a otra. Ya no había tanta, digamos, integración del jugador norteamericano hacia el equipo español. Era muy difícil que el extranjero estuviera mucho tiempo. Ahora parece que el jugador extranjero vuelve a estar un poco más de tiempo. Pero en los ochenta, la verdad es que los jugadores cambiaban mucho de club, no solamente en nuestro equipo, sino en todos.
¿A cuál de estos extranjeros te hubiese gustado mantener más tiempo en el Real Madrid?
Indudablemente a Brian Jackson, pero él no quiso.
Juan Corbalán me contó que no se quedó más tiempo por un error de su agente.
Brian Jackson era un tío estupendo, pero era un tío muy especial. Recuerdo que le mandábamos cartas y nos decía: “Estoy jugando al golf”. Y le decíamos: “¿Vas a venir? ”. No fue un error del agente, no. El agente quiso sacar más dinero, pero muchísimo más dinero, y el club no estaba dispuesto a darlo. Pero Brian es un jugador que me parecía interesantísimo.
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¿Qué equipo o jugador te ha dado más quebraderos de cabeza?
De todo un poco. Por ejemplo, la Cibona siempre nos metía un planteamiento con una defensa zonal muy moderna, muy atractiva y muy bien hecha, en donde los jugadores iban cambiando las posiciones. Nos costaba mucho trabajo romperla, vamos, que casi nunca se la rompíamos, esa es la verdad. Y entonces una vez jugando contra ellos en la Copa Korac les pusimos la misma defensa que nos hacían ellos a nosotros, y gracias a eso ganamos. Por eso digo que siempre hay que seguir aprendiendo de los entrenadores. Por ejemplo, jugando contra Maccabi, la gente me decía defensa especial sobre Berkowitz. Y yo decía que no, que a Berkowitz le defendemos normal y corriente. Yo les decía: “Defensa especial sobre Aulcie Perry”, porque era el alma del equipo, era el tío listo, el que sabía organizar el juego. Entonces al que intentábamos sacar del partido era a él. Y así muchas cosas.
¿Te intentó fichar algún equipo durante tu etapa en el Real Madrid?
No. Nadie intentó ficharme estando en el Real Madrid.
Posteriormente, ¿tuviste alguna oferta para entrenar en el extranjero?
Hubo algún intento, pero a mí me daba mucha pereza, sobre todo porque había algunos equipos que prometían mucho y después no daban nada. Irte al extranjero y dejar a la familia no me convencía mucho.
¿A qué jugadores te hubiese gustado fichar?
Estuvimos a punto de fichar a Audie Norris para el Real Madrid. Nos faltó muy poquito, muy poquito. El club tenía que haber sido un poquito más valiente y arriesgar un poquito más económicamente. No lo hizo, pues bueno. No fue posible tener a Norris y Fernando Martín en el mismo equipo. Hubiese sido increíble.
Pero no hubiésemos visto aquellas míticas batallas.
Ya, pero las podíamos haber visto todos los días en los entrenamientos.
¿Estuvieron en tu agenda algunos de los grandes jugadores de la época, como Nate Davis o Essie Hollis?
Ya, sí, pero bueno. En aquella época nuestros jugadores que ocupaban las posiciones de estos que me has nombrado también eran muy buenos. Era muy difícil poder fichar a todos los jugadores. Y no todos los jugadores podían con la presión mediática de lo que era el Real Madrid. Pero vamos, algún jugador habrá por ahí que me hubiese gustado fichar, uno sobre todo, Juan Carlos Navarro, claro. Me hubiera encantado tenerlo en el quipo, así como en su momento también me hubiera encantado tener a Epi. Tener a Juan Carlos Navarro hubiese sido una bomba.
Varios jugadores del Real Madrid me han comentado que tus entrenamientos eran muy duros.
A mí me gusta entrenar a buen ritmo, muy fuerte, muy duro, pero sin aburrir al jugador. No hacía entrenamientos excesivamente largos. Calculaba que con una hora y media teníamos suficiente, pero eso sí, a todo trapo, muy duros y muy fuertes, como si estuviéramos jugando un partido. Paraba muy poquito el tiempo, solamente para corregir determinados movimientos, pero sin ser demasiado pesado.
Fuera de la cancha, ¿qué aficiones tenían tus jugadores?
Había de todo, gente que estudiaba, gente que le gustaba la lectura, jugar al mus, jugar al ajedrez. No recuerdo una gran cosa para todos. En la Penya, que eran más adelantados, estaban ya con las maquinitas, con los marcianitos y cosas de esas. En aquella época ya empezaba a ponerse de moda aquel juego de uno que saltaba, no me acuerdo de cómo se llamaba. Curiosamente, le dije a Corny Thompson: “pero, ¿tú también, Corny?”. Me dijo: “Sí, me gusta mucho”. No me acuerdo cómo se llamaba el juego, Simón, o algo así. Ya, ya me acuerdo, el Super Mario Bros. La gente en la Penya empezaba a jugar a este tipo de maquinitas y así pasaban el tiempo en los aeropuertos. Y Corny también era un adicto a este juego.
¿A qué jugador no hubieses echado nunca? Te lo pregunto porque tengo entendido que hacías de todo, incluso en algunos casos comunicar a tus jugadores su no continuidad en el equipo.
También, también. Yo no hubiese echado a ninguno. Había momentos en los que realmente no podían seguir. Pero no hubiera quitado a ninguno, me hubiese quedado con todos, pero claro, había que evolucionar.
Si te gustan las historias del baloncesto de los ochenta, te puede interesar el libro: “Fernando Martín. Instinto Ganador”, que cuenta con casi 500 testimonios (Antonio Martín, Sabonis, Corbalán, Pablo Laso, Audie Norris, Brian Jackson, Wayne Robinson, Biriukov, Quique Villalobos, Isma Santos, Romay, Andrés Jiménez, Epi, Fernando Arcega, Essie Hollis, Lolo Sainz, Aíto, Gonzalo Vázquez, Antoni Daimiel, Ramón Trecet, etc.).
MIGUEL ÁNGEL FORNIÉS nació en Badalona el 18 de septiembre de 1952. Estudió en los Salesianos Badalona y en el Colegió Badalonés. Servicio Militar en Campo Soto, Cádiz.
Fotoperiodista de Devoción. Colaboró con Eco Badalonés, 5Todo Baloncesto. Desde 1981 con Nuevo Basket como fotógrafo. Primer fotoperiodista en viajar a ver y fotografiar partidos de la NBA en 1984. Europeo de 1973, cinco Mundiales Júnior (de 1983 a 1999). Quince meses trabajando, viviendo y jugando a baloncesto en Argelia (Sidi Bel Abbès).
Mundial de España 1986, Mundial de Argentina en 1990. JJOO de Barcelona 1992 como adjunto del jefe de prensa de baloncesto. Ha escrito dos libros, Crónica de un viaje alucinante (en 2009) y Memorias Vividas (en 2015). Durante 19 temporadas (1996-2014) responsable de prensa del Club Joventut Badalona.