Madridismo es sentir el baloncesto

Ya no recuerdo el pasado. Y me cuesta cada vez más acordarme del presente más cercano. Pero no se trata de ninguna enfermedad, sino de madridismo.

Un constante goteo de títulos. Una lluvia de heroicidades. Una serie de capítulos infinitos en los que uno siempre acaba emocionado y por su culpa. Por la del Real Madrid de Pablo Laso.

Para ello está la televisión, los documentales, el periodismo. “En el corazón de La Décima”, en este caso. Eso que fue hace menos de un año ya me parecen cinco. Porque después llegó un nuevo título ACB. Y hace unas semanas una Supercopa de España. Y estamos en las mismas: olvidarse de ganar.

La semana de la Final Four no pudo ser mejor. Más intensa. Más provechosa. Más emocionante. Sobre todo para los que tuvimos la suerte de trabajarla de cerca. Cada rueda de prensa previa al viaje a Belgrado era como una comida de familia donde unos contaban a otros la dureza de lo vivido y la intensidad de lo sufrido. Lo merecían. Era el destino. Y lo mejor es que lo sabían. Pero la empatía era máxima. Si no ganaban nos iba a doler en primera persona.



El año había sido horrible. Les habían desahuciado. Sin Llull no valían nada y Doncic era muy joven. Laso no tenía capacidad de liderazgo y Felipe Reyes ya estaba mayor. Randolph seguía sin despegar y Taylor no valía en ataque. Y, además, Campazzo era demasiado bajito como para llevar las riendas del mejor equipo del planeta en la Euroliga.

Todos los que opinaban así no tenían ni idea de baloncesto. Y menos de este Real Madrid que ya es una familia. Esa es la clave del éxito. Porque por muchas buenas gestiones que hagas, es casi imposible mantener al grupo unido durante varios años. Y el Madrid lo ha hecho. Un Randle sorprendido lo reconocía: además de buenos en la pista son grandes personas. Que se lo digan a ‘Toñejo’ Randolph o al bueno de Herreros.

Ese factor humano ha conseguido que pasar unos meses en el Madrid te convierta en parte de una historia. El mismo que da la misma importancia al jugador que ocupa los 40 minutos que al que ni se quita el chándal. El que cree que el doc del equipo tiene la suficiente importancia en el vestuario como para dar el discurso que les lleve a lo más alto. Y encima, a todo eso, se le suma un análisis concreto y minimizado de cada jugada de cada jugador de cada equipo. Y eso que no había pizarra.

Me resulta imposible acordarme de las jugadas de la Final Four, igual que me resulta imposible saber quién fue el que lideró. Porque el sentimiento del baloncesto solo me alcanza para saber qué es madridismo y el madridismo para sentir el baloncesto. Más todavía en un club donde el fútbol está a la orden del día. “Ten un plan, luego haz caso a nadie”, y a triunfar.

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