Muerto el chachismo, nace el Lukismo

¿Recuerdan el chachismo? Sí hombre, fue aquella moda en la que todos alabábamos las maravillas que hacía Sergio Rodríguez con el balón, que si era magia, que si era algo único y un largo etcétera de bondades, pues amigos, siento decirles que ha muerto.
Quizás hemos sido un poco extremos, podemos decir que ha muerto el chachismo que nació con la camiseta blanca, la cambió por una de NBA y la tendrá durante tres temporadas llevándola de color rojo, pero, sinceramente les digo, no veo yo a los fríos aficionados rusos vibrando como hacíamos los de aquí cuando Sergio Rodríguez daba esos pases imparables o esas canastas tan increíbles.
Pero no se preocupen, es cierto que el chachismo ha muerto pero hemos encontrado rápidamente una nueva religión que profesar y su nombre es Lukismo, tan rimbombante de nombre como la anterior, nacido a lomos de cada uno de los entrenadores que Luka Doncic ha tenido en su periplo de cantera en el Real Madrid, con especial mención de Paco Redondo, y sin que nadie pueda atribuirse que le hayan criado desde chiquitito para que luego cayera en las garras del mal (o del lado oscuro), cosa que sí pasaba en el chachismo, éste es propiedad absoluta del Real Madrid salvo, cierto es, una etapa de chiquitín en el Olimpiaja Ljubliana que terminó en 2012, fecha en que vio la luz blanca.
No obstante, cada Dios tiene un profeta mayor, y en el caso del Lukismo, éste responde al nombre de Pablo Laso, que también tiene una rama religiosa con muchos menos adeptos llamado «lasismo» e, inclusive, demasiados detractores a pesar de los múltiples milagros acaecidos y que los libros cuentan. Este profeta Laso se ha encargado de dar a conocer la obra del Lukismo a través de sus minutos de juego, la responsabilidad dada, las instrucciones reiteradas y, como todo buen profeta, ha llegado a enfrentarse a él hasta el punto de sacarle alguna lagrimilla, digamos que es un profeta que no se deja impresionar por el tal Dios.
Los practicantes de la religión del Lukismo tienen un gesto característico que es quedarse con la boca abierta a cada acción que contemplan con su Dios particular, gracias a él han conocido el paso atrás para tirarse un triple, los crossover con el rival cayendo al suelo, la finta de pase engañando a sus propios compañeros e, inclusive algún rectificado en el aire que no podemos más recordar a otro Dios de los múltiples que pululan por el mundo baloncestístico, concretamente el Dios del Aire, Michael Jordan, aunque, eso sí, son palabras mayores.
Sabemos que el Lukismo, al igual que el chachismo, tendrá fecha de caducidad, pero mientras ese momento llega, nos declaramos fervientes seguidores de esta religión que es capaz de que millones de personas se lleven las manos a la cabeza, se rompan las manos aplaudiendo y nos haga creer que la madurez empieza mucho antes de lo que uno cree, simplemente cuando se trabaja duro para ello y se tienen las ideas claras.
Sí amigos, bienvenidos al Lukismo y para ello, no quiero dejar de citar al primero que le leí el nombre de esta religión y que gracias a él ha nacido este artículo, el tuitero @MaragotayEnano, mil gracias.
Si es que ya lo dijo Marx, «La religión (el Lukismo) es el opio del pueblo».
