Por fin respetamos el puto BALONCESTO ESPAÑOL

Foto: @BaloncestoESP
Un horario infumable. Un partido imperdible. Más plataformas que nunca retransmitiendo. Un Mundial histórico. Un sentimiento de heroicidad. Y miles de pantallas encendidas a las diez de la mañana para ver un puto partido de baloncesto un viernes cualquiera.
Si algo te sorprende es porque no lo esperas. Y si no lo esperas simplemente es porque no suele ocurrir. Por eso se puede decir que algo está cambiando en el sentir del aficionado al deporte español. Ese que dejaba de lado cualquier plan solo por ver a España, la de fútbol. ¿La razón? Pues que estaban haciendo historia.
Suena curioso porque la selección de baloncesto lleva más de una década haciéndolo. Escribiendo en todo campeonato hojas y hojas de hitos que parecían imposibles. Resurrecciones anuales que callaban a aquellos que querían realizar el funeral de una generación de oro. Pero que aguanten, que todavía queda mucho tiempo.
Jamás había visto a tanta gente buscarse la manera de ver un partido de baloncesto de España. Y menos si no estaba ni Pau, ni Calderón, ni «el negro ese que juega en la NBA» Ibaka. En trabajos -como dijo Scariolo-, en las clases, en los bares… ¡Hasta salía citado en las noticias! Un viernes a las diez de la mañana el baloncesto estaba en boca de la mayoría. Ni el día después de la final de Copa del Rey.
Es el momento perfecto para sacar a relucir todo lo bueno de nuestro deporte, pero también aquello en lo que hay que buscar consensos. Hay que sacar rédito deportivo a toda la atención generada. Que sin tener la mejor selección del mundo se vaya a pelear por el oro. Que se podía haber vencido a Estados Unidos como se hizo con Italia o Serbia. Que hay jugadores del Madrid, del Barcelona, del Gran Canaria, otros moldeados en la cantera del Estudiantes y alguno como Claver que ha sido el centro de las burlas durante años. Y ahora, a colgarse una medalla de metal siendo fundamental. A mí también me ha callado.
Hay que decir que el Mundial no tiene buenos árbitros porque está peleada la FIBA con la Euroliga, y viceversa. Que estos jugadores han superado los 100 partidos en un mismo año y que no van a tener vacaciones. Que el número de españoles en ACB sigue cayendo pese a las denuncias de sindicatos, asociaciones y clubes.
Que la ACB es la mejor liga nacional y que, pese a ello, hay muchos pabellones que no se llenan, que no tienen fondos para mejorarse o que pueden tener los días contados porque sus clubes no descartan desaparecer en unos años si la situación económica no cambia.
O que sigue sin tener en cuenta la voz de los deportistas, que se ve encorsetada en un convenio colectivo que no acaba con sus propias críticas durante la temporada. O que a las mujeres no se las considera profesionales con el beneplácito de la FEB a esa negativa.
Hay que repetir hasta la saciedad que el baloncesto no es un deporte de blandos o de los que no saben jugar al fútbol. Que te rompen la nariz, las costillas o cualquier otra parte del cuerpo en la pelea por un balón. Que es el segundo más practicado en España y líder en licencias femeninas. Que ha llevado al deporte nacional a lo más alto, con hombres y mujeres que año tras año ganan medallas -también en categorías inferiores- mientras veían como las televisiones ninguneaban sus derechos de retransmisión.
Por fin hoy se empieza a tener en cuenta el puto baloncesto español. El que espera a los Garuba, Aldama, Martínez, Domínguez y demás para volver a triunfar en lo más alto. El que también abre camino a entrenadores principales que abandonan durante meses a sus clubes para apoyar a Scariolo en la selección…
Y el que empieza en Madrid el próximo fin de semana de septiembre con la Supercopa de España. Sin Gasol pero con Oriola, sin Ricky pero con Llull, sin Juancho pero con Claver. ¿Dejaremos de desprestigiar nuestros máquinas de alegría alguna vez?
