Una Final Four vivida desde la grada madridista

Esta Final Four la he vivido de una manera diferente, viajando con las peñas del Real Madrid Baloncesto y ha resultado una experiencia inolvidable. A ver si soy capaz de transmitiros mis sensaciones, mis emociones y mis sentimientos.
Terminal 2 del Aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid Barajas. Siete de la mañana del viernes 19 de mayo. Un grupo de unos ciento veinte madridistas, la mayoría integrantes de las peñas Los Ojos del Tigre, Berserkers y La Gran Familia, con caras más de ilusión que de cansancio, se reúnen para facturar en el vuelo chárter que le llevará a Kaunas. Por cierto, en una iniciativa novedosa, generosa y loable del Real Madrid, que corre con todos los gastos del chárter.
Tres horas y media de vuelo, traslado al centro de Kaunas y a correr para poder instalarse en los distintos alojamientos, comer algo y desplazarse al Zalgiris Arena para presenciar las semifinales de la competición. Un pabellón cuyo exterior no está a la altura de lo acogedor y coqueto que resulta su interior, con butacas como de cine.
Tras pasar hasta cinco controles de seguridad nos encontramos con la desagradable sorpresa de que, al intentar acceder a nuestras localidades, nuestro sector está literalmente “okupado” por seguidores del Olympiakos, precisamente de los más ultras. Ni por supuesto los ultras griegos, ni la seguridad del pabellón nos ofrecen más solución que nos busquemos la vida ocupando asientos libres que veamos por la cancha, con lo que nos vamos desperdigando por las gradas.
Afortunadamente la gestión de la seguridad del Real Madrid permite hacer entrar en razón a la organización de la Euroleague para que, en la segunda semifinal, la que enfrenta al Real Madrid contra el Barcelona, se vacíe nuestro sector y podamos presenciar el encuentro todos juntos, con total normalidad.
Y qué afición. Desde que saltan a la cancha los jugadores para calentar hasta que se retiran a los vestuarios tras la finalización del partido no para de animar, de intercalar cánticos, de dar palmas, de dejarse literalmente la voz, en una perfecta comunión en la que solo se sabe si eres de una peña o de otra por el color blanco o azul de la camiseta que portas. Incansables, sin desaliento, con fe infinita. La viva imagen en la grada de los balones imposibles que salva Rudy al tirarse al suelo, los tapones estratosféricos que coloca el bueno de Tavares, las asistencias mágicas que da el Chacho, las mandarinas típicas de Llull… Por eso ha aprendido rápido Mario Hezonja y no duda en dedicar a su gente, a nuestro sector de la grada, un triple decisivo.
Cuanto peor van las cosas, más se anima. Cuanto mejor van, más se disfruta. Y el resultado no puede ser otro que derrotar al Barcelona, con múltiples variantes tácticas propuestas por nuestros técnicos. Así que, con la satisfacción propia del trabajo bien hecho todos volvemos a casa. Unos en bus hasta Vilnius, donde se llega de madrugada. Otros, andando a sus distintos alojamientos en Kaunas. Cansados, reventados, pero felices tras un largo día.
Sábado 20 de mayo. Día de descanso y turismo, pero siempre después de ver el partido de los “peques”, que se juegan el pase a la final de la ANGT (la Final Four de los junior), precisamente también frente al Barcelona. Aquí solo acudimos, lógicamente, los que estamos alojados en Kaunas y nos situamos justo detrás del banquillo madridista y delante de los padres de los jugadores. Y se sufre hasta el último cuarto, pero se les presta una pequeña ayuda final con ánimos para que logren batir al eterno rival. Lo mejor de todo, ver enfrente nuestra a algunos jugadores “grandes” como Musa (otro que está aprendiendo rápido lo que es el Real Madrid), N´Diaye o Abalde y veteranos como Paniagua, Emiliano o Luyk, así como mucha parte del staff y el siempre presente Felipe Reyes. Y, por supuesto, los “peques” cantando con nosotros, en perfecta comunión, el “Cómo no te voy a querer”, celebrando el pase a la final.
Después, turismo. Kaunas, una ciudad que me sorprende, aparte de por la excelente temperatura, por ese contraste entre la modernidad de muchos negocios y algunas viviendas con reminiscencias de su pasado soviético, por un cierto aire a las ciudades alemanas del Rhin, por la amabilidad de su gente y por los muchos espacios verdes que posee y que te permite pasear agradablemente. Y en esos paseos te puedes cruzar con el Chacho o Rudy, que lo hacen con sus familias, con Musa, con Chus Mateo acompañado por su hijo… Y se paran contigo, charlan un ratillo y prosiguen su relax, todo con una naturalidad y una cercanía exquisita.
Y llega el día grande. Domingo 21 de mayo. Un día más de mayo que va a engrandecer la historia del Real Madrid. Como aperitivo, la final de los peques (por cierto, pagando trece euros por la entrada -ocho en la semifinal-, que ya se lo podía hacer mirar la Euroleague). Ambientazo y partido sufridísimo hasta muy al final, disputado ante una selección de jugadores de equipos no clasificados para la fase final, Gracias al acierto de Jan Vide (a la postre MVP), Hugo González, Mitar Bosnjakovic, Egor Demin y el sonriente con “cara de jugón” Ismaila Diagne el Real Madrid logra alzarse con el título. En la segunda mitad hubo que animar con ganas a los chavales porque la cosa estaba muy ajustada. Y los chicos lo agradecieron efusivamente al final del partido, cantando de nuevo con la afición.
A todo correr, comida rápida, vuelta a los alojamientos y con la maleta a cuestas caminando hasta el Zalgiris Arena, donde esperaban los autobuses que nos trasladarían posteriormente al aeropuerto. Tengo que decir que tras lo ocurrido el viernes no las teníamos todas con nosotros respecto a que los ultras griegos no nos la liaran de nuevo con nuestras localidades. Máxime cuando al cruzarnos con ellos en Kaunas les notábamos muy crecidos y más al verles llegar al pabellón quemando bengalas. Así que acudimos pronto al Zalgiris Arena para reunirnos en sus inmediaciones con los desplazados a Vilnius y así acceder todos juntos para males mayores.
El recibimiento no fue muy agradable precisamente, pues ya nos esperaban parte de sus ultras al son de “puta Real, puta España y puta Madrid”, pero no quedaba otra que no darse por aludido. Mucho cacheo, requisición de banderas y, afortunadamente, acceso sin más problemas a nuestras localidades. Reconozco que el partido de consolación estuve más atento a mi alrededor que a la cancha, porque estábamos completamente rodeados de griegos. Por uno de los laterales si había una fila de agentes de seguridad, pero por el otro, justo donde yo me encontraba, solo había un cordón atado a las barandillas que servía de separación. Y durante todo ese partido no paraban de acudir hinchas del Olympiacos que pretendían traspasarlo, provocando e insultando. Pero afortunadamente fueron llegando agentes de policía y de seguridad y los aficionados digamos más ultras decidieron reubicarse para tranquilidad nuestra. Así que pudimos presenciar el partido dedicándonos a animar a los nuestros.
Si en la semifinal se cantó y animó, en la final, siendo la hinchada madridista una absoluta minoría, se tuvieron que apretar las gargantas más aún para que los jugadores nos pudieran escuchar. Se aprovechaban los finales de los cánticos griegos para contrarrestar con los madridistas. Y de nuevo, cuanto peor iban las cosas, más se alentaba. Hasta el punto de que al final del partido creo que se oía más a nuestro sector que al griego, ya que nuestra fe superaba con creces a su acongojamiento. Y eso que se sufrió de lo lindo a lo largo del encuentro. Pero dio resultado, vaya que si lo dio… Creo que los más o menos trescientos madridistas que debíamos estar en total presenciando el partido soplamos conjuntamente la bola que con tanta nieve lanzó Serio Llull hacia la canasta helena para que entrara en el aro y nos diera la undécima Copa de Europa.
Y cuando sonó la sirena que marcaba el final del partido solo soy capaz de describir lo vivido con una palabra: ÉXTASIS. Abrazos, lágrimas de alegría, saltos, cánticos… Alegría inmensa… Felicidad… Solo queríamos celebrar, cantar, bailar, disfrutar.
Y cuando Paula Grimón, la encantadora mujer del MVP Edy Tavares se venía hasta nuestra esquina para ofrecernos el trofeo, cuando se acercaba Musa haciendo reverencias, cuando lo hacía Rudy tocándose el corazón o cuando Sergio Llull nos ofrecía la Copa, el sentimiento de unión, de comunión, que sentíamos todos los aficionados madridistas no se si serán capaces de entenderlo los jugadores. Agradecimiento, respeto, madridismo…
Serían sobre las once y media de la noche… En el bus que nos trasladaba al aeropuerto reinaba el silencio. Estábamos tan agotados, pero tan felices que es imposible describirlo sin sentirlo. Hasta casi las cuatro de la madrugada no despegaría nuestro vuelo. Mientras, espera en un aeropuerto cuajado de seguidores griegos, muchos de los cuales, todo hay que decirlo, nos felicitaban. En un acto reflejo de respeto, cuando embarcó el ultimo seguidor griego y solo estábamos ya españoles en la sala, no dudamos en echar al aire nuestra felicidad contenida, sacando a relucir las pocas fuerzas que nos quedaban para cantar sin parar, una tras otra, todas las canciones madridistas, junto con los redactores y cámaras de RMTV. El aeropuerto de Kaunas se convirtió en una extensión del Wizink Center.
A las siete de la mañana, más o menos, aterrizaba nuestrol avión en Barajas. Los seguidores madridistas, agotados pero felices, marchaban corriendo a casa para poder darse una ducha, cambiarse y desplazarse a sus trabajos respectivos. Sin duda no se les habrá ido de la cabeza en todo el día el: ¡Hasta el final, vamos Real”

Crónica excelente y bien detallada.
Lo digo porque también asisti.
Grandes y buenas las pinceladas ocurridas en este maravilloso fin de semana que culmino con la décimo primera Copa de Europa.
Gracias por el artículo que me ha permitido rememorar esta F4 tan increíble
Éxtasis es la definición de lo vivido y encantado de animar a nuestro equipo porque ellos también nunca nos fallan y lo dan todo
Tengo los mismos sentimientos con respecto a los aficionados del Olympiakos. Okupas, mal educados al estar en masa, con miedo a que pasaría el domingo pero que supieron perder y felicitar a los campeones , felicidades por ello