Los partidos ajustados siempre tienen cierto punto de polémica al final. Nadie quiere perder y una decisión arbitral hacia uno u otro lado puede decidir el encuentro, pero a veces no hay que forzar según qué cosas.

Ayer, el Eslovenia-Letonia acabó con un momento muy tenso entre Anthony Randolph (Eslovenia) y Kristaps Porzinigs (Letonia). La lucha por un rebote que nunca llegó, gracias a que el triple de Bertrans acabó dentro, provocó un rifirrafe entre ambos jugadores interiores. El brazo de Randolph se quedaba enganchado entre los del pívot de los Knicks y el primero tiró de él, al menos así me lo pareció, al querer salir de esa zona de juego, provocando que Porzingis fuera hacia él y comenzara así una trifulca que ya se venía dando a lo largo de los 40 minutos de partido.

Lo penoso vino después. Un rifirrafe en un partido que está en una diferencia de cuatro puntos quedando casi ocho segundos es normal. Lo que no es normal es la actitud de un Randolph al que nunca hemos visto así antes. Quiero entender que fue motivado por los nervios del encuentro. Con la camiseta madridista no ha tenido ese tipo de reacciones jamás, y no entiendo por qué la tuvo ayer en un momento, además, en el que pudo haber complicado la clasificación muchísimo. Los aspavientos para avivar el fuego con los aficionados eslovenos a su favor y las amenazas a Porzingis, que tampoco se calló, bien podrían haber terminado en una antideportiva que diera dos tiros libres y el balón a Letonia. Repito, con cuatro puntos de diferencia a tu favor, hay que pensarse las cosas dos veces antes de actuar. Y Randolph no lo pensó ni media.

Estoy seguro de que sus compañeros, sobre todo los más veteranos, le han pedido que esté más tranquilo en situaciones así. Eslovenia ha alcanzado las semifinales de un Eurobasket en el que no ha perdido un solo partido. Siete encuentros, siete victorias. Espera España, el otro equipo invicto del campeonato. Una semifinal con olor a oro. Un partido en el que Randolph tiene que tener la cabeza fría en los momentos tensos del encuentro si no quiere volver a meter en un problema a su equipo.

No quisiera terminar sin decir que, para mí, los árbitros dieron una resolución injusta a esa acción. Cuatro técnicas, dos para cada equipo, que se anulan y todo quedaba como estaba con tres jugadores eliminados. Randolph empezó y terminó la acción. La antideportiva no habría sobrado en ningún caso.

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