De Las Rozas a Charlotte: vivir en el barro, la clave del éxito de Willy Hernángomez

Corría el 14 de octubre de 2012. Un Real Madrid – Fuenlabrada se disputa en el WiZink Center. 42-29 en el marcador y dominio claro del equipo de Pablo Laso a un minuto de que el encuentro vaya al descanso. Iban a ser unos de los 30 segundos más importantes en la vida de uno de los allí presentes.

Un chaval de apenas 18 años y con el ’14’ a la espalda se disponía a anotar su primera canasta en ACB. Lo hacía con el club de su vida y tras un pase de Llull. Asistencia del de Mahón, movimiento en el poste y un gancho que definiría a la perfección el estilo de juego del gigante merengue. Su nombre es Guillermo Gustavo Hernangómez Geuer,’Willy’, y es el mayor de una familia repleta de estrellas. Apenas seis años después ya despunta en la NBA y ha sido bendecido por el mismísimo Jordan.

El canterano del Real Madrid ha pasado por muchos altibajos pero su máxima siempre ha sido la misma. Trabajar al cien por cien para ganarse un hueco ahí donde se proponía. Él ha dejado claro que esta tiene que ser su temporada para “tratar de llegar a los playoffs” con los Hornets. E incluso su entrenador ha aventurado un promedio de doble-doble para el pívot español. Junto a su hermano Juancho tiene que aguantar las comparaciones con los Gasol, pero en el horizonte de Hernángomez simplemente está ser él mismo.



Su figura es bien reconocida entre el madridismo. No solo por salir de la cantera blanca, sino también por dar el gran salto a la NBA y por haber defendido y defender todavía los valores que representan a la entidad merengue. Un jugador convertido a hincha siempre que el calendario y la localización se lo permiten.

Se formó en el equipo de Las Rozas, pasó al filial del Real Madrid en la 2009-10 en la categoría de cadete y tres años después comenzaba a tener algunos minutos en ACB y Euroliga con el cuadro capitalino. Salió cedido a Sevilla y tras dos temporadas regresó con Pablo Laso. Un año y trampolín a la mejor liga del mundo de la mano de los Knicks hasta llegar este curso a Hornets. Allí por donde ha pasado se ha ganado a los aficionados y desprende respeto sin especular.

Retos, como cualquier jugador, ha tenido a raudales. Pero lo más importante es que los ha superado. Decían que el Madrid no tenía cantera: Willy aparece en el primer equipo. Si algunos le infravaloraban asegurando que estaba por mero márketing: gran interés en ACB y cesión al Baloncesto Sevilla. Si todavía tenía que mejorar mucho para ser tomado en cuenta: dos años de lujo en el cuadro andaluz.

Pero, ¿para qué frenar a mitad de la historia? Hernangómez regresaba a la Casa Blanca. Los fantasmas del pasado, que dirían algunos. Si Pablo Laso no sabe utilizar a los hombres grandes… Apareció Willy para despedirse rumbo a la NBA. Cosas del destino o de la buena gestión, el Madrid lanzaba a otra promesa que se había curtido en un escenario idóneo como San Pablo.

Foto: @nba

Las camisetas que ha defendido no son el único aval de Willy. En Sevilla logró datos históricos. Dio una alegría a la afición hispalense durante esas dos temporadas, pero notó más que nunca el respaldo del madridismo tras hacer historia ante el Barcelona. 29 puntos, 13 rebotes y 43 de valoración el 7 de diciembre del 2014. Números inéditos en alguien tan joven y que rompía 12 años de sequía en esos términos en encuentros protagonizados por el Barça.

Con el curso 2018 por delante, Willy se postula como el futuro del baloncesto español y como el ejemplo a seguir por muchos. Los primeros, Juancho y Andrea, de los que también aprende el ex del Madrid.

Querido por todos y criticado por otros tantos, los 24 años del pívot, el respaldo de la comunidad del baloncesto y los números cosechados en su corta pero exitosa carrera, otorgan a Hernángomez un futuro prometedor y un presente ilusionante. El factor humano, que muchas veces se echa de menos en la NBA, está asegurado con el madrileño presente. La vida en el barro no siempre es el final.

Foto de portada: Tere Novillo

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