Del barco de Rudy no me moverán

Tras una temporada no todo lo buena que se esperaba en su juego y en los resultados del equipo, Rudy decidió no acudir al Eurobasket para poder preparar bien la temporada que se avecina y recuperar la regularidad en su baloncesto. Será pieza clave durante toda la temporada para el conjunto de Laso, más aún, tras la lesión de Llull.
Nos situamos en la mañana del martes 3 de julio del año 2012, concretamente a las 11:47h. Twitter estallaba, pasaba esto:
“Mañana se confirma mi fichaje por el Real Madrid por 3 temporadas!! Muy feliz de volver!! Ya os contaré por qué he tomado esta decisión!! Abrazo”
Lo habéis adivinado, el autor de este tuit era Rudy Fernández, el acuerdo estaba cerrado, el alero mallorquín volvía definitivamente a España y lo hacía para jugar en el Madrid. Meses antes ya había vestido de blanco durante el ‘lockout’ de la NBA. Este no era un fichaje cualquiera, la sección de baloncesto del Real Madrid quería crecer a lo grande, volver a reinar en España y en Europa, devolver la ilusión al madridista que cada vez prestaba menos atención a las canastas.
Con Pablo Laso a la cabeza, el club blanco tenía un gran entrenador y un buen equipo al que le faltaba la guinda para ser un gran plantel, una estrella por la que dejarse guiar, y Rudy era el hombre. Lo tenía todo, español, 27 años, mucha experiencia, espectacular en su juego, superdotado intelectual en la pista y un concepto de equipo por encima del individuo que cada vez se ve menos.
Ahora sí. Si tenemos a Rudy tenemos lo que necesitábamos para volver a ser el Real Madrid. Todos pensábamos así, y así fue. El juego del equipo era rápido, fluido, divertido, espectacular y, sobre todo, práctico, puesto que el Madrid ganaba. La hegemonía culé en España empezaba a esfumarse al mismo ritmo que la gente iba llenando el Palacio de los Deportes de la capital partido tras partido, temporada tras temporada, para ver jugar a su equipo. Los títulos llegaron y no han dejado de llegar, ir a la Comunidad de Madrid o al Ayuntamiento para celebrar un título se ha convertido casi en rutina y, aunque como diría Isco “ya no es la emoción esa de la primera”, lo que verdaderamente ha llegado al aficionado madridista de su equipo de baloncesto no es ganar, es como lo llevan haciendo durante estos años.
Con esta premisa hay que decir que, lamentablemente, Rudy ha sufrido varias lesiones complicadas que le han impedido estar al 100% las dos últimas temporadas y, como el deporte es así, hay gente que piensa que ya no vale, que el club debería fichar otro gran alero, que se esconde en los partidos grandes.
Pues que no cuente conmigo quien piense así. Rudy ha sido básico para que el madridista vuelva a aficionarse al baloncesto, a ilusionarse por lo que estaba por llegar y a emocionarse por lo recién conquistado. El barco de Rudy tal vez esté menos ocupado que hace tres o cuatro años, pero quienes viajamos a bordo estamos de verdad, los que creímos en él desde el principio y vamos a creer en él hasta el final.
Rudy, quiero que lo sepas, hemos disfrutado juntos y hemos sufrido juntos en el pasado, y así seguirá siendo en el futuro, porque hay una cosa que tengo muy clara, a mí de tu barco no me mueve ni la Guardia Civil.
