El baloncesto moderno, los pitos a Mirotic, el buenismo y otras memeces

Vaya la que ha liado uno de los componentes de esta web con su artículo sobre los pitos a Mirotic y es que, opiniones, como dice el refrán hay de todo, como en botica, así que aquí va la mía.
El artículo en cuestión, de mi compañero y amigo Jorge Martínez, llamado «lo de Mirotic empieza a dar asco» , me ha llevado a la primera idea de que nunca he entendido bien el concepto de qué es el “baloncesto moderno”, algunos dicen que es small ball hasta que aparece el Tavares de turno y te hace un roto de tres pares de narices y ahora, por lo visto es también tener un “buen comportamiento” en la grada sea quién sea el que vista la camiseta rival.
Pues miren, me niego a creer en el baloncesto moderno, en el antiguo o en el del futuro, la mejor definición de la memez esa de distinguir épocas en nuestro deporte la dijo un tal Pablo Laso, ese que acaba de ganar la Supercopa al superplantillón, y mejor se la leen si quieren y así nos dan una visita.
Sinceramente creo que el baloncesto se divide en la época anterior a redes sociales y la posterior a ella, donde el más mínimo detalle se lleva hasta lo enfermizo, uno que está viviendo entre ambas, recuerda asistir a esos duelos en el antiguo Palacio y enfrentarse a voz en grito con la afición del Taugrés con gritos de: “No sois españoles, sois hijos de p…” a lo que ellos respondían, “Ni somos españoles, ni p… falta que hace” y, oigan, les aseguro que no pasaba nada, si ganaban ellos se descojonaban de de los locales y si lo hacíamos lo que animaban al Madrid, el cachondeo era idéntico, cuando terminaba el partido, cada mochuelo a su olivo y listo, ni se tuiteaba, ni poníamos nuestras sensaciones en Facebook, ni chorradas varias.
En cualquier deporte que se masifique, hay miles de personas, cada una de su padre y de su madre, con distinta educación y diversas formas de ver la vida, el baloncesto no es una excepción, ni lo era cuando Alberto Herreros era gritado por 12.000 gargantas al grito de “pesetero, pesetero”, ni cuando Felipe Reyes era odiado hasta el máximo grado en el Buesa Arena o, por poner un último ejemplo, cuando Djorjevic fue zarandeado por Nacho Rodríguez en el Palau mientras celebraba el título de liga, digamos que una cosa similar a lo que le ha pasado a Rudy Fernández en muchas canchas de España o, sin irnos muy lejos, lo que le pasó a Campazzo la temporada pasada por la lesión fortuita a Shengelia.
Ahora tenemos los mismos ejemplos y lo que se ha controlado más es al salvaje, cosa de la que nos congratulamos pero la gran masa, sigue siendo la misma, ¿Cómo que la afición del Madrid no va a pitar a Mirotic? ¿Cómo le va a recibir? ¿Con aplausos? ¿Con una pancarta de “gracias Niko” por tus años aquí? ¿Con un jugador criado en la cantera vistiendo la camiseta del Barça? Pero estamos locos o qué.
No, amigos y amigas, a Mirotic, el espectador madridista tiene que silbarle hasta que el que tenga al lado le duelan los tímpanos, hay que gritarle cada vez que esté en la cancha y tenga el balón, hay que abuchear cada tiro libre que haga porque, si lo falla, se sentirá que ha logrado su propósito y, finalmente, cuando se vaya a casa, tiene que tener tal dolor de garganta y que estar tan cansado que parece que haya jugado él, porque lo importante, no es solo ganar, sino ver la cara del que ha perdido.
Evidentemente, todo ello dentro de una lógica de comportamiento, gritar no es insultar, silbar no es llevar pancartas ofensivas, patalear el suelo para hacer más jaleo no es tirar objetos, pero por Dios, no perdamos una de las mayores cosas que tiene el baloncesto europeo, la rivalidad.
Así que, perdónenme, por el atrevimiento de esta opinión de la que estoy seguro de que me van a caer palos, pero no puedo con el buenismo, eso sí que me parece uno de los males de la sociedad.

Precisamente es eso de lo que se quejaba Jorge Martínez, de las pancartas aberrantes y de los insultos a medio metro de Mirotic (con el componente de cobardía, eso no se lo dicen en la calle ni muertos). Se le puede pitar, pero proferir determinados calificativos a gritos de manera cansina dice todo de quien los grita.
No es buenismo, es educación y no ir haciendo el puto loco por ahí.