El Real Madrid golpea primero

Primer partido de la decimoséptima serie final de la Liga ACB entre los equipos Real Madrid y Barcelona. El día comienza muy temprano para mí, con viaje madrugador para poder llegar a cubrir el entrenamiento previo de los blancos en el Palau.

Por cierto, qué curiosa la imagen matutina de los alrededores del Palau, más propia de turistas futboleros visitando el Nou Camp que de aficionados al baloncesto. Ya en su interior nos atiende, con su simpatía y amabilidad de siempre, Fabien Causeur: “El equipo está muy bien. La defensa y el rebote nos permitirá controlar el ritmo del partido. Plena confianza en Chus y el cuerpo técnico. Haremos el esfuerzo máximo para poder ganar”. Vaya, pues dicho y hecho.

Porque si, el Real Madrid ha golpeado primero. Y lo ha hecho tal y como presagiaba el francés. Un partido muy serio, con todos los jugadores implicados, concentrados, hermanados y unidos por un objetivo común: la victoria.

Y eso que la salida fulgurante del Barcelona, con una canasta fácil y rápida tras el salto inicial seguida de un triple, ambos de Mirotic, no hacia pintar bien el partido. Pero el Real Madrid tenía su guión bien escrito. Esperó y tuvo la paciencia necesaria para empezar a interpretarlo de la mejor manera posible.

Defensa intensa, con todo el equipo concentrado, pletórico… Con ayudas constantes, cierre de rebote y, sobre todo, hambre de balón. Tanta incluso para luchar a muerte por un balón, aunque te suponga partirte la rodilla, como le ocurrió al pobre Anthony Randolph. Y ataques controlados por un inconmensurable Adam Hanga, con Edy Tavares y/o Vincent Poirier ejerciendo de poste polivalente metiendo y sacando balones de la zona para encontrar siempre la mejor opción. Con Gabi Deck multiplicándose en defensa y en ataque, con cortes constantes. Fabien Causeur robando y acribillando. Yabusele desquiciando a Mirotic. Jeff Taylor secando a su par, fuera el que fuera, y metiendo ese triple suyo desde la esquinita que siempre aparece cuando más falta hace. Y Rudy ejerciendo de Rudy, es decir, haciendo siempre lo que el equipo necesita. Bueno, y que no se me pase Juan Núñez. Qué desparpajo, qué desfachatez, qué manera de defender y robar balones…

Si os fijáis he citado a los diez jugadores que saltaron a la cancha. No fue necesario utilizar a los renqueantes Sergi Llull y solo unos minutos a Alberto Abalde. Quiere esto decir que la clave estuvo en el EQUIPO. No había más que fijarse en cómo vivió el partido todo el banquillo, Alocén y los junior incluidos.

De este modo la ventaja blanca no hizo sino ir creciendo minuto a minuto. 17-30, 31-49, 51.74… Y cuando el Barcelona pegó su arreón, con un parcial de 12-0 al comienzo del último cuarto, con Saras apretando desde la línea de banda y el Palau haciendo daño a los oídos de tanta animación buscando su magia, el Real Madrid no se descompuso. Tiempo muerto, serenidad, administración de la posesión y fe. 75-88 final, primer punto de la serie y recuperación del factor cancha.

Pero yo, de todo, me quedo con el trío Chus Mateo, Paco Redondo y Lolo Calin. Un equipo dentro del equipo. Una combinación perfecta. Seguros, serenos, hábiles, ágiles… Y humildes.

Seguro que Pablo Laso lucía, ante su televisor, esa sonrisa suya que nos regala cuando está feliz.

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