Ganar en la «Fonteta»

Ya se sabe que para el Real Madrid ganar es un “obligación” y debe hacerlo en todos los partidos. Pero hay canchas y canchas y ganar en la «Fonteta” tiene un plus de dificultad para los blancos.
Desde que entras en este pabellón, aún vacío y en silencio, te impresiona su forma de “bombonera”, con las gradas circulares muy cercanas al terreno de juego. Es como si te embutieras y te sintieras atrapado en las redes del color naranja que lo invade todo.
Pero cuando este espacio se empieza a llenar de gente con la camiseta naranja… entonces sí que parece que estás imbuido. Y no te digo cuando empiezan a dejarse oír… Porque no solo es que animen y jaleen a su equipo, es que se meten en el partido como si cada uno de ellos lo estuviera jugando.
Si a esto unes un speaker que no para de espolearlos, una charanga que no para de sonar, unos videomarcadores que van difundiendo imágenes de los jugadores de Valencia Basket reclamando ruido… el resultado es una auténtica “olla a presión”. Y a todo este caldo solo le falta un ingrediente: esa pizca de animadversión, incluso de hostilidad que se muestra hacia todo lo que viste de blanco.
Así que para la Fonteta cada triple de Dubljevic vale por cuatro, cada rebote de Thomas por dos, cada penetración de Abalde por tres y cada asistencia de Van Rossom es como si le llegara a cada uno de sus aficionados para sumar puntos. Esta afición se basta por sí sola para que Valencia Basket rinda estos partidos al cien por cien. Es más, lo hace incluso por encima de sus posibilidades.
No necesitan nada más, por eso a mi me sobran las provocaciones de Vives. Y los insultos a Laso cuando recorre la banda dándole vueltas a su cabeza buscando soluciones a la tela de araña que le quiere tender sabiamente Ponsarnau o a Rudy cuando cae lesionado o al Facu cuando celebra una canasta decisiva en un encuentro tan igualado. Una afición envidiable y de diez, capaz de despedir a su capitán Rafa Martínez como lo hizo, no merece echar por tierra tanto bueno por cierto odio.
Por todo esto para el Real Madrid ganar en la «Fonteta” tiene doble mérito. Hay que tener mucho carácter, mucha cabeza fría, mucho talento para sobreponerse a este ambiente y derrochar todo el baloncesto que lleva dentro. El aspecto de gladiador que le daban a Edy Tavares las tiras neuromusculares que le recorrían su brazo derecho fueron una premonición de la batalla que les esperaba y de la que salieron triunfadores.
Octava final consecutiva de Liga para Pablo Laso y sus gladiadores. Mucho mérito.
