Historia de la jornada 12 de la Euroliga. Y el clásico se lo llevó el Madrid

Jornada de sorpresas, jornada donde CSKA se queda sólo en el liderato, donde los españoles al fin ganaron, al menos tres de ellos y sobretodo, jornada de clásico donde un nombre se elevó sobre el resto: Luka Doncic.
Dicen los entendidos en esto del baloncesto, que un Madrid – Barça es para tipos duros, que los clásicos son choques intensos donde los años disputando partidos de la máxima categoría dan un plus, una ventaja que puede acercar el triunfo. Pues los que cuentan esta historia no conocían a Luka Doncic. El chaval de Ljubljana, un niño en comparación con el resto de jugadores que participaron en el clásico del miércoles, se echó una vez más a su equipo a las espaldas y logró, secundado por otro “joven” como Felipe Reyes, tumbar al Barça en un duelo que destacaba por la urgencia de ambos equipos en lograr una victoria que diera chance para llegar a la semana siguiente con algo de aire para afrontar el último “back to back” del 2017.
El Barça, que vive sumido en una crisis de identidad no pudo tomar aire en un partido donde sólo apareció a ráfagas y en el que Ante Tomic volvió a ser su mejor hombre. Y es que en esto del baloncesto la alegría va por barrios, Madrid feliz por ver ganar de nuevo a su equipo y también Málaga, donde Unicaja volvió a vencer seis jornadas después. Se pone de moda en esta edición de la Euroliga que sean los jugadores veteranos los que aparezcan y dirijan a sus equipos a la victoria, sólo en contados casos y equipos son los “pipiolos” los que mandan. Por eso Joan Plaza se trajo a James Agustine, uno de esos viejóvenes acostubrados a sacar las castañas del fuego y vaya si lo está haciendo, contra Khimki fue el mejor de los malagueños, ayudando con sus números a que los del Carpena ganaran a los Shved boys, esos chavales que dirige otro proscrito en Barcelona como Bartzokas.
El miércoles no sólo dejó alegrías en tierras españolas. En Alemania se dio otra de esas noches mágicas del Brose, esta vez ante Olympiacos, donde los griegos ganaban de doce a pocos minutos del final con un espléndido Printezis, pero con un parcial de trece a cero, los alemanes con Wright en plan estelar tumbaron al hasta entonces, co-líder. Otras de esas sorpresas increíbles saltó en Turquía, donde el todopoderoso Fenerbahçe de Obradovic vió como el débil Zalgiris se imponía por un punto en la cancha de las avispas, una de esas historias de David contra Goliat que tanto gusta a la prensa.

La jornada del jueves comenzaba con un CSKA-Maccabi, otro de esos duelos con propensión a la sorpresa. Pero Itoudis no estaba por la labor y en una oda al juego colectivo, desarboló a los israelíes aplastando cualquier opción que los macabeos tuvieran. Hasta seis hombres de los rusos en dobles dígitos de valoración para quedarse solos en la cabeza clasificatoria. Buenas noticias generaba el Baskonia en Turquía, que parece otro después de la llegada de Pedro Martínez.
Los azulgranas se hicieron fuerte en cancha del Anadolu Efes para acabar llevándose un partido que por momentos pareció imposible de ganar, dificultado tanto por parte turca como por los propios errores de los baskonistas, que se rehicieron y lograron remontar diez puntos en el último tramo del partido gracias a uno de esos tapados, Vincent Poirier. Panathinaikos cumplió con lo previsto y derrotó al colista Armani Milán, los griegos tuvieron en Gist a su mejor jugador.
En Valencia, el estrella Roja hizo lo que después de ganar en Madrid se llama “ hacer un Wizink” o lo que es lo mismo, llegar como visitante y con todas las apuestas en contra y llevarse una victoria merecida y de un valor incalculable. La locura llegó cuando a falta de poco más de cinco minutos, los taronjas disfrutaban de una renta de trece puntos y balón, y aún con todas las sensaciones a su favor y un pabellón entregado, encajó un parcial de diecisiete a cero ante el que no tuvo respuesta Vidorreta, que vio como de la mano de Feldeine, de Bjelica y Antic, otros dos tipos veteranos, Estrella Roja ganaba un partido imposibles hasta un minuto antes, donde sólo San Emeterio, el Benjamin Button valenciano, plantó cara en esos minutos increíblemente locos.
