La «magia» del Palau Blaugrana

Pues efectivamente ganó el baloncesto, este maravilloso deporte que tan pronto te hace pasar del cielo al infierno por un triple acertado o un palmeo errado y por eso me apasiona tanto y me engancha más y más.
Ayer contaba mi decepción con el Palau vacío. Hoy os confieso que lleno impresiona y por eso aún me da más pena el estado deplorable y de dejadez en que se encuentra. Un recinto con tanta historia no se merece este final… Pero dejadme hablar primero de baloncesto.
Ayer el Real Madrid supo adaptarse mentalmente al tipo de “juego duro” que ya le anticipó Pesic y los suyos le esperaba desde el segundo partido de la serie y por eso estuvo a punto de resolver la final. Le faltó, en mi opinión, acabar de adaptarse también tácticamente a este “juego duro”. La lectura que hizo Laso en rueda de prensa sobre los errores a corregir fue perfecta: cerrar su rebote ofensivo, ajustar defensivamente ciertos aspectos y en ataque volver al juego o sistema propio del equipo, por lo que el diagnóstico está atinado y de cara al viernes solo falta dar con el remedio adecuado.
Para mi gusto se abusó del triple (34 lanzamientos triples frente a 26 de “dos”) y no se utilizó prácticamente el juego interior. Y también debido a la defensa del rival no se consiguieron (sobre todo en la segunda parte) los bloqueos necesarios para los lanzamientos de Carroll, ni el dinámico movimiento de balón del que tantas ventajas consigue el Real Madrid habitualmente. En defensa está claro que no se está cerrando el rebote ni se está sabiendo acabar de ajustar las penetraciones de Heurtel.
Por acabar con el baloncesto no quiero dejar de expresar que a este “juego duro” hay jugadores que se adaptan mejor que otros y esto también está influyendo en el rendimiento del equipo. Mientras Facu, Rudy o Llull se adaptan mejor, a otros como Taylor, Randolph o Tavares les cuesta más, y se nota.
Y ahora volvamos al Palau. El Palau lleno impresiona y mucho. Al ser un recinto tan pequeño, tan lleno de gradas en tan poco espacio y tan circular todo retumba más. Y la gente aprieta, pero mucho. Los tambores resuenan como truenos y las gargantas no pueden usar más cuerdas vocales para animar a su equipo y llevarle en volandas. Sin duda, en días como ayer, las dos reacciones del Barcelona ante las embestidas del Real Madrid se debieron en mucha parte a su afición. Hasta aquí lo positivo, muy positivo.
Ahora llega lo que me sobra. Me sobra la política, lo siento. Esto es un deporte, un deporte maravilloso como decía al principio que para mí nunca debe usarse como reclamo político sea éste del tipo que sea. La rivalidad debería ser deportiva (muy sana por cierto) y nunca política.
Y me da pena. Me dio pena ver pancartas políticas. Me dio pena oír cánticos políticos. Me dio pena escuchar insultos ofensivos, humillantes, probablemente más hirientes por mezclarse con la política. Y lo tengo que decir porque lo que me gusta es el baloncesto. Y me identifico con la rivalidad del “madridista el que no bote del final del partido” y con el cántico a coro de todo el Palau de su himno. No confundamos un partido con una batalla o una guerra. Disfrutemos y coreemos el exquisito juego de Heurtel y no jaleemos su agresión insultando al agredido, por poner un ejemplo.
Como de la misma manera me apena escuchar insultos similares en el Wizink Center contra el Barcelona. Y cuando en el Palacio escuche que se insulta a un jugador lesionado o agredido también lo denunciaré.
Esto es un deporte, un deporte maravilloso. Vivámoslo y disfrutémoslo así. Os aseguro que de esta manera las victorias se saborean más y las derrotas se asumen mejor, sin ninguna duda.

Podíais poner planeta hala Madrid y no decepciona vais a nadie