Me produce mucha tristeza que un jugador que en 7 temporadas ha logrado 13 títulos (1 Eurolegaue, 1 Copa Intercontinental, 4 Ligas, 3 Copas y 4 Supercopas) deje el Real Madrid de la manera que lo está haciendo Trey Thompkins.

Mentiría si no dijera que esta última temporada Trey me ha decepcionado. Recuerdo el día de su reaparición tras una larga lesión, el 14 de enero de este año ante Baskonia, donde fue recibido en el Palacio con el cariño que siempre le ha tenido la afición madridista, ovación cerrada que se repetía cada vez que tocaba el balón y encestaba canastas. Porque si, Trey es un jugador muy querido en el club. Por eso cuesta tanto entender alguno de sus actos. Pero prefiero olvidarlos y quedarme con tan buenos recuerdos.

Por ejemplo, su manera de vivir y festejar la última Liga del equipo colgado de sus muletas, como un madridista más, como un miembro más de este equipo, integrado, alegre, feliz. A Thompkins le ocurrió como a Taylor en su primer año. Le costó adaptarse. Pero una vez que lo consiguió, deportivamente fue un auténtico baluarte para el Laso Team.

Un cuatro abierto, con una “mano de seda” sencillamente espectacular, capaz de anotar desde cualquier distancia con una elegancia propia de los elegidos. Y unos movimientos posteando extraordinarios, mejores cuanto más alejados del aro. Si, ya sé que ponerse las pilas en defensa le costaba más…

Nunca olvidaré su posteo con media vuelta para levantarse y anotar. Qué clase. Como tampoco olvidaré cómo se aferraba al cinco cuando las necesidades del equipo lo requerían.

Ese palmeo ante Fenerbahce que nos permitió conseguir la décima Copa de Europa (como a mí me gusta denominar a la Euroleague) forma parte de las imágenes icónicas del Real Madrid, como la del salto de todo el banquillo al ver entrar la canasta, sabedores Felipe, Luka, Llull, Tavares, Carroll y demás que el título no se escapaba ya. Y, menos decisiva, el final de un partido de Liga en el Palacio ante el UCAM Murcia, un partido durísimo, en el que aniquiló a los murcianos tanto en el último minuto como en la prórroga.

Recuerdo también que el pobre Trey fue el primero en caer por el maldito COVID a la vuelta de Milán. Y cómo le arropaba toda la expedición. Fue el primer caso en Valdebebas, el que desató las alarmas.

Me quedo con su eterna sonrisa, tanto en la cancha como en el banquillo o en los entrenos, Me quedo con Llull luciendo su camiseta en la fiesta de los Reyes de Europa en el Bernabéu, a la que no puedo acudir por el fallecimiento de su madre. Me quedo con su clase, su elegancia, su ·mano de seda”.

Prefiero olvidar sus reincorporaciones al equipo muy fuera de forma o esa maldita noche de Atenas de la que estoy seguro estará muy arrepentido. Te digo como a Jeff, muchas gracias por todo lo que has aportado al Real Madrid. Ya eres un madridista más y estoy seguro de que te va a ir genial por donde quiera que vayas. Suerte y todo mi apoyo y mi respeto.

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