Pep Cargol (parte I) : «Tras el Open McDonalds del 88, recibí una llamada de la NBA»

Autor: Miguel Ángel Forniés.
Con motivo de su cumpleaños, Pep Cargol visita Planetacb para recordar aquellos inolvidables años en los que se convirtió en una pieza fundamental del Real Madrid de finales de los ochenta y comienzos de los noventa.
Josep Cargol Costa, más conocido como Pep Cargol (Sant Joan les Fonts, 54 años), fue uno de los jugadores más importantes del baloncesto español durante el final de la década de los ochenta y los noventa. Con sus 2,04 metros, era un jugador tremendamente versátil en una época en que la polivalencia brillaba por su ausencia en las canchas de baloncesto.
¿Cómo es la vida de Pep Cargol en la actualidad?
Estoy viviendo en Zaragoza y justo ahora me pillas en un momento de cambios. He estado trabajando los últimos ocho años dentro del Casademont Zaragoza, el último periodo como director deportivo, y ahora estoy en un momento de preparación para el siguiente paso, dentro de lo que es el mundo de la gestión y la dirección deportiva. Como entrenador tuve mi evolución y creo que mi futuro tiene que ir ligado a la gestión, que me apasiona. Soy un culo bastante inquieto y estoy dándole vueltas a algunas cosas que quiero terminar de formación enlazadas con la gestión deportiva. También tengo ganas de ir a aprender a algunos sitios que para mí son referentes, y después seguir formándome y estar atento a las competiciones, no solo en España. Tengo ganas e ilusión de moverme y estaré atento a las oportunidades que vayan surgiendo.
Háblanos de tus inicios en el mundo del baloncesto.
Yo soy de un pueblecito pequeño de la provincia de Girona y empecé a jugar al baloncesto allí. Con quince años se da la situación de que un jugador de la Penya, que era de un pueblo de al lado del mío, se lesiona y viene a mi pueblo a hacer la recuperación y va a entrenar al equipo donde yo estaba jugando. En esa época yo era infantil y ya era muy alto. Este jugador de la Penya habla con mis padres, vamos a Badalona y hacemos una prueba. Finalmente, me ficha el Cotonificio, que después se llamó el Licor 43, y allí estoy hasta los 18 años, coincidiendo con mi etapa juvenil y mi primer año júnior. El equipo desciende de la ACB a Primera B, lo que ahora es LEB Oro. Pese a que iba evolucionando como jugador, yo tenía claro que quería seguir jugando en este equipo porque, siendo todavía júnior, ese verano había tenido la opción de fichar por otros equipos de ACB y decidí quedarme allí. Durante esta etapa tenía muchas horas de entrenamiento que compaginaba con los estudios. Antes de ir a las clases hacía técnica individual, al mediodía, después de las clases, volvía a hacer técnica individual o tiro, y por las noches, a veces alternaba los entrenamientos del equipo júnior y del primer equipo. Eran muchas horas de baloncesto, mucha ilusión, muchas ganas, mucha gente que apostaba por mí, mucho amor por el baloncesto. Badalona es técnica individual, es desarrollo de jugadores. Yo era muy alto y estaba jugando de pívot, pero tenía mucha movilidad. Por tanto, tenía que trabajar todo ese potencial para poder jugar por fuera. Primero empecé jugando de 5, después de 4, para acabar jugando de 3. Los inicios fueron en un piso de becados con más compañeros y compaginando los estudios. Yo siempre tenía como prioridad sacarme los estudios. Era un buen estudiante y también quería disfrutar del baloncesto, que para mí era un privilegio en ese momento y lo sigo viendo ahora como un gran privilegio, como una gran oportunidad.
¿Cómo se produjo tu fichaje por el Real Madrid?
En mi etapa en el Licor 43 estaba en el Instituto de Santa Coloma de Gramanet haciendo COU, que es el año que ficho por el Real Madrid (temporada 86/87). Fiché por el Real Madrid en diciembre del 86. En verano de ese año, el Real Madrid ya había intentado ficharme cuando estaba en Primera B, pero en ese momento no era para el primer equipo, sino que era más para estar en con el júnior y compaginarlo con el primer equipo. En ese momento decidí no fichar por el Real Madrid. Me acuerdo que Clifford Luyk, que todavía me lo recuerda cuando me lo encuentro, me decía: “Este es un tren que solo pasa una vez en la vida”. Pero afortunadamente ese tren volvió en diciembre, que era el año en que los hermanos Martín estaban en Estados Unidos, Fernando en Portland y Antonio en la Universidad de Pepperdine. Entonces ellos tenían problemas en esa posición. Clifford insistió y Tirso Lorente, que me conocía de la selección júnior, insistía y le hablaba a Clifford y a Lolo de mí. Así que volvieron en diciembre para que jugase en el primer equipo, y en esta ocasión, evidentemente, no les dije que no. Llegaron a un acuerdo los dos clubs, se pagó un traspaso y fiché por el Madrid. Fui a Madrid un 23 de diciembre. El día 21 o 22 de diciembre estaba en Santa Coloma y llamé al presidente de mi equipo. Me dijo que los clubs habían llegado a un acuerdo y que hacía falta que yo diese el sí. Entonces cogí un autobús y me fui a Sant Joan para a hablar con mis padres y decidimos que sí. Después, un amigo me preparó las bolsas del piso y nos fuimos en el puente aéreo a Madrid. Vino Lolo a recogerme al aeropuerto y de ahí me llevó directo al entrenamiento en el Palacio de los Deportes porque iban a jugar el Torneo de Navidad. Ese primer entrenamiento no entrené. Al día siguiente sí que lo hice y ya jugué el primer partido del Torneo de Navidad.

Creo que Lolo te acogió en su casa durante esas fechas
Sí, en el equipo de esa época estaba Quique Ruiz Paz, que nos conocíamos también de la selección júnior. Entonces, el día de Nochebuena me llevó a su casa con su familia; recuerdo que me hicieron hasta un regalo, y desde esa época seguimos siendo amigos. Y después, el día de Navidad, estuve con Lolo en su casa. Me acogieron muy bien. Posteriormente ya empecé con el ritmo normal del equipo.
¿Qué es lo que más te impactó del Real Madrid a tu llegada?
Bueno, te impacta todo. Piensa que era un crío, tenía 18 años. Te impacta todo. Te impacta que de golpe estás en el Real Madrid. Me vino a recoger Lolo y llevaba un coche que me parecía una pasada. Pensaba: “Vaya cochazo que tiene este hombre”. Enseguida que entras en el Real Madrid te das cuenta de lo que es, de la trascendencia y la importancia del Madrid, y también de que, en mi caso, tienes que adaptarte a vivir en una ciudad grande. Al principio estuve viviendo en un hotel, aunque luego estuve mucho tiempo allí porque enlacé muchos viajes y nunca tenía tiempo de buscar un apartamento. Al final, en el hotel, ya me habían acogido como si fuera de la familia. Me trataban de maravilla, hasta que el Madrid me cogió y me dijo: “Ya va siendo hora de que te vayas buscando un apartamento”. Así que me busqué un apartamento y empecé a vivir solo.
¿Fueron difíciles tus comienzos en el Real Madrid?
La verdad es que la acogida fue espectacular. Todos eran muchísimo más mayores que yo. Alfonso del Corral, Rafa Rullán, Juan Corbalán, Iturriaga, Romay, etc., pero enseguida me acogieron. Es una cosa muy buena que tiene el Madrid, que integra muy bien a la gente. Y como encima yo era muy currante y luchador, me arroparon y me ayudaron mucho. Tuve enseguida la sensación de sentirme muy arropado y muy integrado. Todos eran muy buena gente. A Rafa Rullán lo recuerdo con muchísimo cariño, pero también a Corbalán, Alfonso del Corral, etc. Tuvieron un trato exquisito y muy bueno conmigo. Enseguida notabas cómo querían que tú conocieses las cosas que ellos habían vivido. Te contaban historias de Delibasic, de Brian Jackson o cómo era Fernando Martín, a quien todavía no conocía porque estaba en Estados Unidos. Toda esa transmisión es una cosa muy importante para mí. Para que los equipos tengan personalidad e identidad tienen que conocer su historia y tienen que tener vivencias juntos, si son de éxito mejor, y claro, en el Madrid la historia de éxito es muy grande.
Las primeras veces que veía baloncesto en televisión, salía Héctor Quiroga, que era quien hacía las retransmisiones. Pues bien, no se me olvida la primera vez que llegué al antiguo pabellón de la Ciudad Deportiva, que tenía un techo formado por una especie de átomos o bolas. Cada una de esas bolas se unía mediante radios a otras bolas. Recuerdo que cuando veía los partidos por televisión siempre enfocaban primero a ese techo y sobre él ilustraban el partido, por ejemplo: Real Madrid contra Milán. Y cuando llegué ahí miré el techo y me acordé de las retransmisiones de Quiroga.
Mis compañeros me ayudaron, no solo en los aspectos técnicos – tácticos del baloncesto, también en los comportamientos, en saber estar, en cómo comportarse cuando uno gana y cuando uno pierde, en luchar, en dejarte hasta la última gota de sudor, en que el equipo está por encima de todo. Allí era dogma, era una cosa muy importante. Había también algunos rituales, como por ejemplo las ensaladas en el centro de la mesa de la comida. Había que prepararlas muy bien, cortarlas y aliñarlas, y el encargado era Rafa Rullán.

¿Qué piensas que buscaba el Real Madrid con tu fichaje?
Al principio buscaban un jugador joven con potencial de crecimiento y en ese momento para jugar de pívot, porque yo llegué para jugar de 5. Con el regreso la temporada siguiente de Fernando y Antonio Martín, empiezo a jugar más por fuera. Además, en Barcelona estaba Andrés Jiménez, y se buscaba un poco el contrapeso, ese alero alto como Andrés. Antiguamente se jugaba con el triple post, tres jugadores grandes (un 5, un 4 y un 3), y todos jugando un triángulo en la zona, que era una cosa complicadísima en cuanto a espacios y sin tiro de tres. Pero sí, después buscaban conmigo la versatilidad y la capacidad de jugar en otras posiciones. Yo, menos de base, he jugado en las otras cuatro posiciones. El equipo, con el paso de los años, fue creciendo físicamente. Cuando vino Wendell Alexis, los dos jugábamos en la misma posición, pero los dos también podíamos jugar de 4. Había mucha polivalencia. Por dentro ya estaban Fernando, Antonio y Romay, y había mucha más estatura y físico.
En la época del Licor 43 jugaba de 4 y de 3, y en la selecciones de mi edad jugaba de 4; el 5 era Ferrán Martínez.
¿Puedes explicarles, sobre todo a los más jóvenes que no te vieron jugar, qué tipo de jugador eras?
Mi virtud quizá, era la versatilidad, algo que en aquella época no era muy frecuente, es decir, la capacidad de encajar en diferentes posiciones y de realizar distintas cosas en la pista. Creo que físicamente era un jugador potente y bueno, capaz de desenvolverme bien tanto en ataque como en defensa. No era un gran tirador, pero podía tirar. Además, era un tío fuerte que podía penetrar bien. Y en defensa sí que era un buen defensor, era muy agresivo.
Si te gustan las historias del baloncesto de los ochenta, te puede interesar el libro: “Fernando Martín. Instinto Ganador”, que cuenta con casi 500 testimonios (Antonio Martín, Sabonis, Pep Cargol, Corbalán, Pablo Laso, Audie Norris, Brian Jackson, Wayne Robinson, Biriukov, Quique Villalobos, Isma Santos, Romay, Andrés Jiménez, Epi, Fernando Arcega, Essie Hollis, Lolo Sainz, Aíto, Gonzalo Vázquez, Antoni Daimiel, Ramón Trecet, etc.).
Muchos seguimos recordando tu partidazo contra los Celtics de Larry Bird en el Open McDonald’s del 88 celebrado en Madrid. ¿Cómo viviste todo aquello, Pep? Creo que algún equipo de la NBA se llegó a interesar por ti después del torneo.
Eran los primeros acercamientos de la NBA a Europa, con la idea de abrir mercado. Estamos hablando de un mundo donde internet no existía, donde para ver un partido de la NBA tenía que ser a través de vídeos que te traían de fuera. Recuerdo que cuando estaba en Badalona íbamos a una discoteca a ver partidos de la NBA. Era el año 88 y vinieron los Boston Celtics. Para nosotros, era la primera vez que podíamos tener cerca a esos jugadores. Hay que recordar que a la selección de Estados Unidos iban por entonces sus jugadores universitarios. Nosotros teníamos a Fernando Martín, Petrovic, Rogers, etc. El primer partido lo jugamos contra Scavolini, cuyo entrenador era Scariolo. Claro, teníamos que ganar ese partido para enfrentarnos al equipo de la NBA. Les ganamos. Recuerdo que era una flipada cómo dejaron el Palacio de los Deportes. ¿Te acuerdas que había un velódromo y se veían sus esquinas de madera? Pues bien, eso quedaba siempre como un poco raro. Entonces, lo habían tapado con unas telas con cada uno de los logos de cada equipo; el suelo también lo habían dejado muy bonito. Habían dejado el campo espectacular.
En cuanto al partido contra Boston, yo siempre era fan de este equipo y de Larry Bird. Imagínate, era jugar contra los pósteres que tenía en mi habitación. Nos ganaron. La sensación del partido es que mientras ellos quisieron hubo partido. Cuando apretaron, ya no hubo partido. También, la sensación de que el ritmo del partido era distinto, había muchos parones y no terminabas de arrancar nunca, hasta que en el último cuarto eso pego un estirón y ellos se fueron en el marcador. Yo creo que metí 15 o 17 puntos, y claro, como era un crío, se dimensionó mucho mi actuación. Pero sí que es verdad lo que has comentado. Una vez, estando en casa, me llamaron por teléfono. No existían los móviles. Estaba en mi apartamento de Madrid y me llamó una persona que decía que me llamaba de parte de un equipo de la NBA. Recuerdo que hablaba en español pero con acento de Sudamérica. Me dijo que tenían interés y tal. Pero después, nunca volvieron a llamar. Era un día que estábamos cenando en casa con amigos. Yo le dije: “Pues si quieres, me llamas en otro momento y hablamos”. Pero no volvió a llamar. Yo no tenía agente en ese momento. Me dijo que llamaba de Cleveland y que tenían interés. Querían hablar conmigo y tal. Yo les dije: “Perfecto, encantado, cuando queráis. Llama mañana y seguimos hablando”. Estuvimos hablando un rato y me dijo cosas sobre cómo era mi juego, lo que les gustaba de mí y lo que creía que podía pasar. Pero después ya no volvieron a llamar. Pero vete tú a saber…
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¿Mantuviste contacto con alguien de los Celtics antes, durante o después del partido?
El contacto que tuve con ellos fue durante el partido, y ya está. Recuerdo que después, en la rueda de prensa, le preguntaron a Larry Bird: “¿Qué te ha parecido Cargol?”. Y Larry Bird, dijo: “¿Who is Cargol?”. Le dijeron: “El número 13”. Y Larry Bird, contestó: “Buen jugador, buen jugador. Rápido, joven, con mucho futuro”.
Yo no fui el que mejor jugó del Real Madrid. Fernando, Rogers y Drazen jugaron muy bien. Pero es verdad que después, en los periódicos al día siguiente, sí que se destapó mucho mi actuación, más porque era el crío, el chaval del equipo. La repercusión mediática fue muy fuerte, como desmesurada también, creo que no se correspondía mucho con la realidad. Tenía 20 años por entonces. Era un crío que tenía que seguir creciendo y evolucionando como jugador.
¿Se te pasó por la cabeza en algún momento intentar dar el salto a la NBA?
Lo que pasa es que estamos hablando de otro mundo. Antes no era como ahora en cuanto a las oportunidades y la información que había. Uno no llegaba y decía: “Venga, voy a intentarlo”. Tenían que interesarte por ti. Yo lo que intentaba era encontrar mi sitio en el Real Madrid para ayudar al equipo y seguir creciendo como jugador, esas eran mis preocupaciones. Jamás he sido de decir: “Yo quiero un día jugar aquí, en la NBA”. Siempre he pensado que el trabajo y el día a día te iban a llevar a ese tipo de cosas. También era una época en la que eso no se daba de esa manera. Hoy en día vienen scouts de la NBA a ver a jugadores y los están siguiendo en edades tempranas, con 17, 18 o 19 años, y a esa edad se los llevan para allá, como por ejemplo ha pasado con Garuba o Bolmaro. En aquella época todo esto era totalmente distinto. Yo seguía la NBA y pensaba: “Pues ojalá”. Pero no era mi objetivo, aunque me lo preguntaban. Y curiosamente lo de aquella llamada, yo no dije nada en su momento, lo he comentado a posteriori, después de mucho tiempo.
MIGUEL ÁNGEL FORNIÉS nació en Badalona el 18 de septiembre de 1952. Estudió en los Salesianos Badalona y en el Colegió Badalonés. Servicio Militar en Campo Soto, Cádiz.
Fotoperiodista de Devoción. Colaboró con Eco Badalonés, 5Todo Baloncesto. Desde 1981 con Nuevo Basket como fotógrafo. Primer fotoperiodista en viajar a ver y fotografiar partidos de la NBA en 1984. Europeo de 1973, cinco Mundiales Júnior (de 1983 a 1999). Quince meses trabajando, viviendo y jugando a baloncesto en Argelia (Sidi Bel Abbès).
Mundial de España 1986, Mundial de Argentina en 1990. JJOO de Barcelona 1992 como adjunto del jefe de prensa de baloncesto. Ha escrito dos libros, Crónica de un viaje alucinante (en 2009) y Memorias Vividas (en 2015). Durante 19 temporadas (1996-2014) responsable de prensa del Club Joventut Badalona.
Gran jugador Pep Cargol