Sigue la magia en la Copa

Será que me estoy haciendo mayor pero toda la magia que os contaba ayer sentía en Málaga y con la Copa se me atenuó un pelín en un Martín Carpena algo soso en cuanto a decoración, colorido y actuaciones añadidas. Será mi gusto personal pero tanta matraca con la “pelea de gallos”, tanto “freestylers” y tanta música de su estilo me supera. Y las presentaciones pues la verdad es que tampoco me sorprendieron, quizás porque la Supercopa me dejó el listón muy alto.
Pero esta competición es tan grande que las auténticas “peleas de gallos” se disputan entre las distintas aficiones, numerosas en el caso del Barcelona y del Real Madrid y algo menos en las de Valencia y Bilbao, pero tan entusiastas y divertidas que conseguían empatar en “ruido”. Con una deportividad exquisita, por cierto.
Y es tan grande que te ofrece dos partidos en el que todo lo bueno del baloncesto sale a relucir: juego, intensidad, alternativas, emoción, jugadas espectaculares, jugadores brillantes e incluso sorpresas. Aunque yo en este sentido opino como Laso, que el baloncesto español no solo son el Barcelona y el Real Madrid.
Un primer partido merecidamente ganado por Valencia Basket en el que se demostró una vez más que la suma de jugadores talentosos por si sola no forma un equipo, justo lo contrario de lo que hoy es Valencia, un bloque compacto, seguro y que sabe lo que tiene que hacer. El hecho de que tan solo seis jugadores anotaran en el Barcelona dice mucho. Como también que no te sirve de nada que un jugador anote 29 puntos si en el momento caliente del partido no le entra el balón.
Y en la rueda de prensa posterior dos caras y dos personas muy diferentes. Reconozco que soy muy fan de Ponsarnau. Un entrenador como la copa de un pino que sabe gestionar a la perfección las personas que forman su equipo, que trabaja sin parar, que elabora un plan en el que cree y lo hace creer a los suyos para que crezcan como equipo. Y el resultado va dando sus frutos. Y Pesic, pues se intentó morder los labios pero se le nota tanto… Excusas en vez de autocrítica y al final acaba enfrentándose con quien le hacía una pregunta que no era de su agrado.
Y un segundo partido muy distinto, con un Real Madrid que intentaba romper el partido una y otra vez pero se encontraba con un Bilbao Basket correoso, luchador, incansable que hacía la goma una y otra vez. Hasta que se impuso la calidad de los blancos, con Tavares y Campazzo guiando del resto. Y Llull, si, ese Llull que muchos quieren enterrar anticipadamente pero al que los aros del Martin Carpena se le dan de maravilla y que apareció en el momento oportuno para asestar el golpe de gracia al Bilbao Basket. Un equipo en el que Mumbrú ha acertado con la tecla y al que da gusto verle jugar con tanta intensidad, con un juego de ataque que circula el balón espléndidamente apoyado en unos cortes y movimientos sin balón perfectamente coordinados.
Y como sabéis que me gusta que mis ojos sean los vuestros, me encanta la complicidad de Tobey y la candidez de Tavares, que en las ruedas de prensa posteriores nos hacía “guiños” por no preguntarle mucho (Mike) o se apuraba y sonrojaba (Edy) cuando se le requiere una valoración del partido.
Ah, que se me olvidaba, no se si vería por la televisión pero es digno de una tesis la manera como Laso y el resto de su staff cuidan a Randolph. Se me quedó grabada una jugada en la que se le cruzaron los cables y tuvo una conversación de “altos kilates” con Laso. Y a partir de ahí apoyo constante.
Y eso no para, que me espera una batucada por las calles de Málaga. ¡Viva la Copa!
