Un Real Madrid excepcional

Si buscamos la definición de la palabra “excepcional” en el diccionario de la lengua española vemos que se trata de un adjetivo que puede tener dos significados:

1 – Que constituye excepción de la regla común.

2 – Que se aparta de lo ordinario, o que ocurre rara vez.

Desde luego, para mí, no existe mejor elección de palabra que defina al Real Madrid de Laso en esta fase final excepcional de la ACB. La versión que hemos visto de este equipo en estos últimos quince días ha sido, precisamente, excepcional.

La plantilla actual del Real Madrid está diseñada en torno a cinco o seis jugadores que componen la columna vertebral del proyecto Laso, a los que se les va uniendo según las circunstancias, el mercado, las necesidades, la competencia y el presupuesto disponible el resto del roster del equipo, con el objetivo claro de encontrar una identidad propia: la marca Real Madrid Baloncesto. Y lo cierto es que esa columna vertebral va cumpliendo años…

Cuando digo proyecto Laso no quiero personificarlo solo en él como entrenador, si no que es extensivo tanto a su staff técnico como a sus “jefes”, pues se trata de un proyecto de equipo, nunca mejor utilizada también esta palabra.

Este hándicap de la edad, unido a la adaptación que precisan el resto de incorporaciones para que “mamen” el gen del equipo, precisan una planificación muy específica que busca el óptimo rendimiento individual y colectivo en ciertos momentos clave de la temporada, en los que se juegan de verdad los títulos. Y en estos nueve años el proyecto Laso lo ha bordado, con éxitos casi inigualables.

Lo que ha sucedido esta temporada ha sido, evidentemente, excepcional. Y ha trastocado toda planificación posible. La recuperación de la forma física en un equipo de las características descritas se hace más compleja de lo normal, máxime cuando se ha visto obligado a parar la actividad bruscamente con un confinamiento anticipado.

Porque no olvidemos que el Real Madrid fue el primer equipo que se vio obligado a ponerse en cuarentena a raíz del positivo de su jugador Trey Thompkins. Lo que enlazo con la parte anímica. El martes 3 de marzo, el equipo viajó a Milán para disputar su partido de Euroliga, colocándose en medio del principal foco de contagio por entonces del COVID. Y tras disputar 48 horas después en el WizinkCenter otro partido de Euroliga ante el Asvel Villeurbanne, al día siguiente saltó el citado positivo y todos corriendo a casa desde Valdebebas.

No sé qué ganas tendría Trey Thompkins de volver a arriesgarse o el resto de sus compañeros que vieron el “bicho” de cerca. Ya se que son profesionales pero también y, en primer lugar, son personas con los mismos sentimientos que el resto de los humanos.

En Madrid, además, se iba con más retraso que en otras comunidades autónomas en la desescalada, con lo que era también excepcional ver entrenamientos con mascarillas y con ejercicios sin oposición. Con lo cual te plantas en un torneo nuevo, sin público, sin periodistas, con unas medidas preventivas excepcionales, concentrados o casi aislados prácticamente un mes, contra unos rivales también distintos a los que habías competido en la temporada porque a su vez cada uno tenía sus circunstancias.

No quiero con mis argumentos buscar excusas. Solo intentar explicar por qué este Real Madrid era excepcional. Y por eso creo que no hay que volverse locos y tratarlo como si su hubiera finalizado una temporada regular con sus play-off. El Real Madrid descrito es el que se presentó en Valencia para disputar un torneo diferente, un torneo excepcional, por lo que, al menos a mí, no me sirve de referencia para tomar decisiones estratégicas. Me quedo con la Supercopa y la Copa y la magnífica situación con la que se encaraba los play-off tanto de Euroliga como de la ACB.

Y creo que es lo que está haciendo el club. Sinceramente pienso que lo ocurrido no va a cambiar la estrategia de fichajes que había prevista antes de marzo. Y no espero revolución. Ésta solo se produciría, en forma de bomba inesperada si alguno de los que están pasando a formar parte fundamental de la columna vertebral (llámense Facu Campazzo o Edy Tavares) fueran finalmente cazados por la maldita NBA. Si esto no ocurre, hablaremos como en todo el proyecto Laso de dos, tres o a lo máximo cuatro retoques que sigan afinando el equipo.

Así lo veo yo.

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