Y la zona se quedó en silencio

Hoy, veintitrés de junio de 2021, será un día para recordar en el baloncesto español, un mito pasa a ser leyenda, se retira Felipe Reyes y la zona se ha quedado en silencio.

El primer día que se abra Valdebebas para una nueva temporada del Real Madrid, será la primera vez que Felipe Reyes no hará acto de presencia desde su fichaje por el club blanco en 2004, ese será el inicio de muchos silencios que tendrán que ser suplidos por otros compañeros, otros capitanes y otros jugadores que siempre tendrán la sombra de alguien que deja una huella histórica en el vestuario blanco.

Ese silencio que habrá cuando un nuevo jugador llegue y el capitán le apriete en cada entrenamiento, en cada relajación, excesiva, en cada falta de concentración y donde ni siquiera hace falta que el entrenador diga nada porque una mirada lo dice todo.

Ese silencio que se llenaba con cada consejo a cada canterano que subía con el primer equipo y que recibían con los ojos abiertos de par en par viendo de quién le llegaba, ese silencio botando el balón cuando no le importaba quedarse más allá del entrenamiento colectivo para seguir haciendo mejorar al chaval que fuera (que se lo digan a Vukcevic) y, más allá de todo eso, ese silencio del que sabe que la mejora no tiene edad, que hace horas extras sin importar el tiempo para pulir el más mínimo detalle que le martilleaba la cabeza por no hacerlo mejor.

También quedará en silencio ese momento que los medios de comunicación cubríamos las ruedas de prensa y aparecía siempre con una sonrisa, con una palabra de respeto a los allí presentes, con un saludo afectuoso, con esa humildad que nos parece tan lejanos cuando vemos a alguien que ha ganado todo lo ganable.

Sin embargo, el peor silencio será el de la zona en los partidos, ese rebote cogido con rabia ante los jugadores rivales, ese bote al suelo ganando el espacio, ese esfuerzo sobrehumano para dejarse la piel en la pista, esa rabia en las derrotas, esa alegría en las victorias, ese grito al cielo cuando levanta la copa mientras la bandera de España está anudada a su cintura.

Ese silencio será suplido algún día, no tenemos dudas de ello, pero ahora permítanme que sea lo que más me duele de esta retirada anunciada y del que solo me consuela saber que un día, no muy lejano, Felipe Reyes hará presencia en la cancha del Palacio de Deportes y el público abarrotará el recinto para romperse las manos aplaudiendo y ese silencio quedará roto para siempre, ese día lloraremos pero también estaremos orgullosos de todo lo que pudimos ver de un tal Felipe Reyes Cabanás, alguien que nos llevó a tocar el cielo unas cuantas decenas de veces.

 

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